Saliendo a la superficie.

Tenía la sensación de dejar toda mi oscuridad atrás en este frío y oscuro mar, dónde nadie se atreve si quiera a nadar. Yo , como princesa sirena del lugar había nadado por ahí desde el mismo día de mi nacimiento, cosa muy común en mí....pero no soportaba la idea de tener que vivir para siempre en un lugar tan sombrío dónde los sentimientos no son más que moneda de cambio.

Podía ver brillantes luces junto delante de mí, ¿qué era? Saqué mi cabeza del agua, pudiendo observar las maravillosas y brillantes estrellas que brillaban en el firmamento, con un esplendor perfecto.Sonreí, como nunca antes lo había hecho...estaba feliz, muy feliz de que pudiese dejar ese mundo para siempre...por fin.

-Te lo prometo, padre.Nunca más volveré a nadar en este mar, si lo vuelvo a hacer...dejaré que mi alma sea devorada por ti.-susurré, orgullosa de estar por fin en la superficie. Me tomó tiempo pero por fin, me podía mover libremente por la orilla. Mi hermosa cola despareció dando lugar a una sola escama en el suelo, la cual cogí. Mi cola se había convertido en unas bonitas y largas piernas humanas, nunca pude ver desde tan cerca unas piernas humanas.

Mis branquias ya no estaban, en cambio podía respirar, aún sin entenderlo me pareció de lo más bonito que había logrado ver.Intenté ponerme en pié, pero no pude siquiera levantarme. Que débil eran estas piernas, ¿por qué no querían actuar como yo les ordenaba?

-¡Muévanse!.-grité, enfadada mientras las golpeaba.-No pueden dejarme tiproda(tirada).-solté, casi de inmediato intentando que reaccionaran.

¿Que hacía alguien como yo en este lugar? En la Devil City, la cual ahora mismo se encontraba en llamas. Era simple, la rebelión había llegado hacia aquel lugar, y yo no iba a tolerar ni un solo ápice de rebelión, es por eso que con mi ejercito había marchado personalmente. Se que esto no va a acabar con la rebelión, pero les meterá miedo, saber que puedo hacer lo que sea, y que no me importa el número de civiles que haya que sacrificar para conseguirlo. No podía evitar sonreir ante los gritos de la gente.

Pero todavía no había terminado, ahora tenía que encargarme de los sirenos que habitaban el mar negro, y es por eso que me encaminé hacia la orilla del mar.Y así es como pude ver a la chica en la orilla de la playa, me puse detras de ella, dejando que mi sombra la inundase por completo, con una media sonrisa cubierta por mis vendas, que ocultaban mi bello rostro, para ladear, con un crugido, mi cuello.

.-Vaya...¿Qué tenemos aquí?.-Me permití preguntar

Una oscuridad aún mayor que la noche me sobrecogió, estaba detrás de mí...pero, ¿quién era?.No pude evitar escuchar su voz, esa voz...desde donde la oyese me sonaba hueca, sin corazón, maldita y vacía.Me giré, lentamente, esperando a que no fuese quién ella pensaba que era.Rezaba por que no lo fuera.

Me giré completamente para poder ver el peor rostro que podía haber visto en mi primera incursión a la superficie. Mis ojos se agrandaron como platos, estaba atónita, maldita sea mi suerte. Subo por primera vez ya decidida por primera vez y me tengo que encontrar con este ángel del infierno, porque por muy bello que fuese por fuera, yo, como sirena podía ver todo lo que escondía en su interior y no me gustaba lo que veía.

La oscuridad inundó mis ojos, dejando fluir unas lágrimas, de miedo, quizás.Pero, supongo que era normal...estaba atemorizada, ¿qué podía hacer? No podía usar mis poderes acuáticos con alguien que me arrancaría la cabeza en cuanto me descuidara y no podía huir ya que ni siquiera podía levantarme...era tan ridícula, patética e inútil.

Dejé que mis lágrimas, calientes lágrimas, fluyesen por mi bello rostro y llegaran hasta la orilla.Estaba tan atemorizada que ni las palabras me salían bien de la boca.

-Majestad...¿por qué está aquí?.-pregunté, cabizbaja, no tenía derecho alguno a mirarle directamente a los ojos y entendía mi posición actual.Mis nuevas y sin estrenar piernas estaban temblando, no podría controlar mis emociones por mucho rato mas.Todo mi cuerpo temblaba, parecía un flan.

Adoro la ingeniudad de este tipo de Subditos.

No se, me hace sentir el mas malo, el mejor por así llamarlo, pero sin embargo, hoy me siento realmente benigno, y es por eso por lo que acabé por desenfundar a Ragnarok, dejandola clavada en el suelo, dejando que su filo se envolviese en llamas al contacto del aire, de un tono quizá demasiado parecido al de mis ojos.

.- Los motivos de un rey nunca son de la incumbencia de sus súbditos

Susurré, agarrando por el mango a Ragnarok, la espada infernal, con un crugido de dedos, que se oía a pesar de llevar mi armadura mágica puesta. Finalmente, volví a hablar, con voz ronca, oscura, esa voz que proviene de todas partes & a la vez de ninguna.

.- ¿Sabes? Hoy me siento especialmente benigno, y por eso te voy a dar una oportunidad, pareces una súbdito fiel .- Susurré.- Únete a mí, y podras ver todas las riquezas que seas capaz, niega mi petición &... .- Me aparté, dejando ver a la Ciudad en llamas, con la sombra de mi ejercito pululando.

¿Por qué quería una sirena en mi ejercito? BUeno, todo rey tiene sus secretos~

Una oscuridad se asomó a mi corazón e intentó tomarlo, pero no podía dejar que me arrebatase lo único que me caracteriza, mi luz. No puedo ser nada relacionado al príncipe, pues mi deber es asesinarlo.Pero ahora mismo, mi instinto de supervivencia me obligaba a decirle que sí, mientras las lágrimas caían y se desperdiciaban, llegando finalmente al suelo convertidas en perlas carmesí,pues según la leyenda, cierta de echo, las lágrimas de una sirena acaban por convertirse en perlas cuando llegan a tierra firme.

-¿Por qué querría su majestad a alguien que ni siquiera puede levantarse en su ejército? ¿No merezco mejor la muerte?.-pregunté, indignada...no podía serle de ayuda, y mi muerte no sería en vano...pero...¿PERO QUÉ ESTOY PENSANDO?...no puedo darme por
vencida tan pronto como me llega un obstáculo, mi corazón es fuerte...aguantará.

-Me uniré a tí.-susurré, entre sollozos de odio hacia mí misma, no podía creer la idea de que fuese a estar con él...pero, morir en vano no tiene sentido al fin y al cabo.-Pero no puedo utilizar mis piernas aún.añadí, molesta, puesto que si hubiese sido capaz de usarlas estaría corriendo como un jamelgo...sin pensármelo dos veces.

Ahora mismo, sólo quería volver al mar...pero, me perseguiría...seguro.

¿La chica se creía que yo era un idiota? Se mi reputación entre la clase súbdita, se que no va a obedecerme así como así, por lo que, como es obvio, yo también tendría que usar mis ases en la manga. Alcé el brazo izquierdo, apretando los puños sobre una negra bola que se concentró en torno a mi mano.

& una aura negra también se concentró en las piernas de la chica, haciendola elevarse también en el aire, un rápido conjuro de magia negra que había aprendido con el paso de los muchos siglos que había durado mi vida.

Lo bueno de ser yo es poder hacer caminar a la gente, poder tener la oportunidad de decir "Levantate & camina". Un nigromante como yo no es moco de pavo, y mas con los recursos que tengo, y que usé para apoderarme de todo este reino. Pero ah, volvamos con lo que de verdad nos interesa a todos.

FInalmente, aquella aura fue introduciendose en las piernas de las chicas, a traves de los poros & dejando ver una negra sustancia en sus venas, esa sustancia fue subiendo, poco a poco, como un insecto parasito, hasta llegar al pecho, a su corazón.

.-Te he otorgado el regalo de las piernas, pero a la vez, es tu condena.-Susurré, con voz trémula.-Gracias a esas piernas, estas obligada a servirme, sirveme bien, y te prometo que tus sueños se harán realidad, traicioname, y.....-Apreté la bola negra, haciendo que la sustancia apretase el corazón de la chica.
.-No será muy agradable para ti.- Susurré, dejando que la bola se deshaciese en una neblina & se metiera en mi armadura.

¿Por qué? ¿Por qué me tortura de esta forma? Tendré que acabar con su vida o la mía, pues yo no quiero esto.Ser usada por el señor de las tinieblas es algo que no me gustaría jamás y mucho menos estar atada a él hasta que él lo decida.

-Te odio.-murmuré, apretando los dientes mientras el dolor se incrustaba en mi cuerpo, dejando secuelas por todo mi cuerpo, que una vez fue hermoso para dar lugar una aberración que se odiaría a sí misma. Puesto que sus venas se tornaban a un color negro azabache y ... era asqueroso.-¿Por qué me haces esto a mí? Hay miles de seres esperando ser cogidos por tu mano, sin embargo...tiene que ser a mí...a mí.-gritaba, llorando, me dolía todo pero ese no era el dolor que hacía que llorase, si no el corazón , el dolor de mi corazón siendo devorado por la oscuridad de ese hombre.

Quería herirlo, pues mis uñas se alargaron para ello, dejé salir toda mi voz, mi preciosa voz que encandilaría a cualquier criatura y con los ojos de un color carmesí me acerqué a él con dificultad, pues estaba empezando a caminar ahora.

-Deberías morir aquí y ahora.-grité, intentando clavar mis uñas en su armadura para dejarle sin corazón, cosa que fue imposible ya que el mero roce con la armadura hizo romperse a mis uñas, las hizo añicos sin moverse.Maldito...-DÉJAME LIBRE! ¿PARA QUÉ ME QUIERES?.-seguí gritando, a la desesperada, buscando una solución mientras le entretenía con mis alaridos.

¡SI!¡ENFADATE!¡INTENTA MATARME!.

Todo va perfectamente, según mis planes, casi ya tengo lo que necesito, solo me faltan un puñado de cosas, y una de esas es la oscuridad del corazón de una sirena, ¿& quién iba a pensar lo encontraría en una ciudad quemada?. Mentalmente, llamé a mis soldados, varios demonios débiles, de estos que volaban poco a poco, para que me hicieran de escolta, al tiempo que hacía que la chica se separase de mí.

Pero no por mucho tiempo, usé mi conexión con el corazón del mundo, de este mundo, para abrir un portal hacia mi castillo, y con mi magia negra, comencé a hacer poco a poco que la chica lo atravesara, para acto seguido, ir yo tras ella.

El instinto animal que en mí había , reaccionaba ante tal aberración de personaje asqueroso que lo único que lo mueve es el mal y la corrosión.No podía seguir viéndole la cara a esta cosa, que no merece ser llamado siquiera ser.

Cuando vi acercarse esbirros, lacayos suyos y sostenerme, entré en pánico.¿Por qué me quería llevar? ...y ¿ADÓNDE? , estaba atemorizada, era ...¿era ahora su prisionera? no podía permitirlo, no podía permitir perder mi orgullo de tal manera. Debía escapar de sus zarpas y cuanto antes, pero cuando me quise dar cuenta estaba cruzando aquella especie de bola negra teletransportadora pero conmigo no funcionaría.

Pasamos la bola, pero seguíamos en el mismo sitio y ahora era mi oportunidad.-Ayudadme espíritus acuosos.-susurré, tras esto una montaña de agua de inmensas proporciones se dirigía a nosotros.Tuve tiempo de crear una burbuja que me protegiese y me arrastrara junto a la montaña de agua, y sentí como la presencia de los esbirros del príncipe se desvanecía junto mi ataque.Sonreí, había ganado el primer asalto.

-Ahora, es mi oportunidad.-dije, con el corazón acelerado.Sabía que tenía poco tiempo y no podía volver al agua, así que huí, corrí como pude por la orilla alejándome del calor abrazador de las llamas.Instintivamente me tiré al suelo, medio ahogada pues era la primera vez que corría y ... me sentía nueva, si no fuera por la asquerosidad que en mí había y que no sabía cómo quitar.

Desde siempre me han gustado las chicas guerreras, lo admito, y el espiritu de esta chica decía que su oscuridad iba a ser dificil de cosechar, pero tranquilos, no hace falta que corra ninguna prisa. Dejo que mis esbirros vuelvan al fuego eterno del infierno, habiendo muerto debido a la ola gigantesca del agua, ¿& yo?, yo por mi parte conjuré un escudo para protegerme, una especie de esfera que me protegió del agua.

& pude ver a la chica caer & huir, y sin embargo, me pregunto, ¿Por qué debería de mancharme yo las manos?.
.-Vanitas.- Invoco, pudiendo observar el portal negro que se abría a mi izquierda, con una media sonrisa, al tiempo que una negra figura aparecía de este.

.-Tras ella.-Ordené a mi fiel subordinado, el cual comenzó a caminar hacia atras, tras asentir, de nuevo hacia el portal, para desaparecer por este.

Yo, por mi parte, me desvanecí hacia mi castillo.