Huyendo Parte1

Huía del lugar de donde venía, ya no podía regresar más al mar negro.Pero...¿qué le habría hecho el malvado príncipe a las demás sirenas y sirenos que allí habitaban tras mi huída? Como ya prometí, no volvería a nadar en ese amplio mar, pero sí que puedo huir y
esconderme en diferentes sitios acuáticos.

Como escondite perfecto, elegí, el lago furia, era donde estaba situada mi casa de vacaciones.Puesto que mi padre podía teletransportarnos por el agua, no pasaba nada pues no era el mar negro.Pero era un lugar tranquilo y bonito.Llegué agotada, con medio pulmón fuera, con el corazón a mil por horas.

Estas cosas no me pasaban en el agua, puesto que la velocidad de las sirenas era formidable nunca necesite regenerarme lo suficiente para que mi corazón estuviera tan alterado.Estaba sudando, estaba hecha una puerca y tenía creado un vestido de agua que no tocaba mi piel, pues la más mínima gota de agua que me tocase haría que me convirtiese en sirena.

Deshice el vestido, con serenidad y me tiré de cabeza al agua, transformándome en menos de diez segundo en sirena.Estaba en calma, el agua era maravillosa y no sentía nada malo por ningún lado, como decirlo...estaba perfectamente. Y esperaba que esta felicidad y perfección me durase por lo menos unas horas hasta que mi regeneración estuviese completa, pues mis uñas estaba destrozada >3<.

Uno de sus ventregados le había avisado de que el príncipe de corazones estaba haciendo de las suyas, con una medio pescada. Por lo visto, ella había logrado huir con su naturaleza de controladora del agua. No pudo evitar que Vanitas se enterase también. En el lago furia se la había visto. Tenían que llegar antes que el príncipe.

Saliendo a la cubierta, con un sólo grito puso a todos sus marineros a trabajar en arriar el ancla y desplegar las velas. Atravesó de parte a parte el barco, asegurandose de que todo estaba dispuesto para alcanzar fácilmente los setenta y cinco nudos de velocidad, cien con viento favorable, y se dirigió al timón.

A cambio de transportar a Vanitas, hizo que éste creara dos portales, uniendo el mar con el lago Furia. Sabía que eso le cansaría demasiado, era un barco gigantesco y tenía que ser un agujero tremendo, pero no le dejó opción. El cambio de situación no le descolocó apenas, y en cuanto tocaron agua dulce, sus marineros tuvieron el permiso de descansar. Sin embargo, les ordenó a todos que permanecieran en silencio. Las medio pescado eran muy asustadizas. De un cabo, se descolgó por un lado de su navío, allá a donde su instinto le decía que ella estaba.

- Guapa, no tengo todo el dia-. Llamó, rozando el agua con la punta de los dedos para dejarse notar.

Aquellos portales me habían dejado verdaderamente descentrado, demasiado grandes & demasiado poderosos, sin embargo, mi poder era suficiente como para hacer atravesar el barco sin problemas, para el, no para mi claro. Sin embargo, esto debía de hacerse, por el bien de la X-Blade, arma de la cual tan solo yo & mi príncipe teníamos conocimiento. & para poder recuperar poder, me encontraba junto a Rai Void, con mi máscara que nunca me quitaba puesta, como es obvio, de brazos cruzados.

El perdedor estaba llamando a la chica, cosa de la cual la veo una completa pérdida de tiempo, si ve que la estamos llamando, intentará huir hacia otro lugar. Aunque nosotros teniamos el control total de esta tierra, eso nos permitía lanzarnos sin problemas para capturarla, lo cual era mi orden.

Yo, por mi parte, jadeaba levemente, sin apenas dejarlo notar, al tiempo que me iba recuperando poco a poco de lo que era abrir dos portales de esa envergadura, es por eso que mi pecho se movía hacia delante & hacia atras algo mas rápido. Finalmente, me crugí el cuello, con mi arma en el cinto, pero preparada para desenfundar.

.-Eh, Rai.- Llamé al perdedor.- Dile a tus marineros que monten guardia por tierra, por si intenta escapar, que lo hará .- El tono era un tono de consejo, pero ambos sabíamos que aquello era una orden, ventajas de ser el superior en este momento, ¿Verdad, Conde?.

Nadaba tranquilamente y mi poder de regeneración fue total, cosa que calmó mis nervios, mi corazón y mi alma.Pero cuando menos lo esperaba, una enorme fuerza apareció, un BARCO estaba siendo...¿transportado quizás? por un gran portal negro,¿portal? los de papá no eran así.

Acabó justo a mi lado y como si de un rayo se tratase un ...¿¡MEDIO GATO!? estaba aquí! un medio-gato >.< me intentaría comer, mi instinto animal se animó...pero...no detectaba un aura de maldad a su alrededor como los anteriores que quisieron capturarla.Sin embargo, desde el barco se podía sentir mucho mal, demasiado.Como si cien hombres, estaban ahí, esperando a capturarla para matarlas entre todos y comerse su corazón.

Maldita leyenda, pues se dice que si alguien se comiese el corazón de una sirena viviría por cien siglos más.Cosa imposible, puesto que ni nosotras podíamos vivir tanto, como iba a vivir nuestro corazón eso, ademas nuestro corazón era normal así que era imposible.

-¿Cómo sé que me puedo fiar de ti?.-le susurré en el oído, flojo para que nadie se diese cuenta de que intentaba comunicarme con él.-Sé que no eres como ellos, pero...no puedo ir contigo mientras ellos estén en este navío.-terminé por decir, haciendo que un poco de agua rodeara al gato, si llegar a tocarlo.Pues ellos odiaban el gato.Mis ojos, destelleaban como una noche con estrellas y estaba totalmente desnuda, como siempre.-Además no tengo ropa y no puedo hacerme ropa con agua por más de dos horas.-informé, cruzándome de brazos.Como última excusa para intentar no ir.

Vanitas no tenía pinta de querer colaborar demasiado, cruzado de brazos, probablemente recuperándose de lo que ha tenido que hacer para ser transportado. Rai ignoró su tono de superioridad, ya estaba acostumbrado a él y a ignorarlo para que no surgieran problemas.

- Es más rápida por el agua que por la tierra-. Murmuró como única respuesta al general hecho de oscuridad, mientras no desistía en permanecer quieto para llamarla, confiando en que apareciera. Sus esperanzas no fueron vanas.

Cuando la sirena irrumpió en la superficie del agua, para hablar con él a susurros, su intinto animal se mostró mirandola cual comida, ante el olor a pescado que desprendía. Sin embargo, se estuvo quieto, escuchándola. La sirena creó una cúpula de agua al alrededor del gato, que bufó molesto. No le gustaba mojarse con agua fria. Bajó las orejas, para que en caso de que la sirena se pusiera rebelde, no le entrase el molesto elemento. Puso los ojos en blanco cuando terminó de escuchar las pobre excusas de la sirena.

- Este no es un lugar seguro para hablar. Sube a cubierta-. Podría parecer una amable sugerencia, pero no lo era. Metió el brazo en el agua y la tomó de la cola, para echarla a su hombro. Escaló la cuerda con ella, cuidando de que no escapara o se convirtiera en agua o algo similar, y saltó a las maderas. Siseó a sus marineros para que callaran, dado que habían comenzado a silbar y piropearla. Sin dejar que en ningún momento nadie le viera nada -excepto él- la dejó en un banco de madera contra la pared con cuidado, y la cubrió con su chupa-. Ahora sí. ¿Y bien? ¿Qué cojones has hecho?

Gracias a mi príncipe, podía notar la oscuridad latiendo por la sangre de las venas de la chica, y haciendo uso de eso, y de mi oscuridad, hice que nadie excepto ella me pudiese ver, fundiendo mi esencia oscura con la que tenía ella. Mi misión era cosechar la oscuridad que había latente en ella, y para eso, lo primero que debía de hacer era enseñarla a luchar, a luchar para el mal, por supuesto.

Yo ya le había comunicado de antemano los planes al príncipe, y supongo que este debió de haber informado a Rai, pero bueno, ahora el perdedor no es importante, lo importante es concentrarse en la cola de pez.

Como si fuera una sombra, una visión, caminé al tiempo que el chico le llevaba, de brazos cruzados, y sabiendo que Rai ahora mismo pensaría que he desaparecido, como todos. Al tiempo que las campanas de una ciudad costera comenzaban a sonar.

.- Date prisa, Illya .- Dije, habiendome dado prisa en saber cosas de ella, accediendo a su mente, su motivación, su miedo. Negué varias veces, evitando reirme.
.-O no volveras a ver a tu padre en tu vida

Dejé caer, al tiempo que abría un portal negro, esperando que Rai la metiese en una de las prisiones del castillo.

Fui rudamente transportada hasta el barco, aunque en realidad fue muy dócil y cuidó bastante bien que no tuviera ningún problema pudoroso, pues no dejó que nadie observase mi cuerpo desnudo.

Exactamente...no había hecho nada para merecer ser perseguida menos el acto de dejar la mar.-Pues exactamente...salir a la superficie o nacer, quizás.No estoy segura, pero...pero...pe...-paré a pensar exactamente en las palabras que quería pronunciar, con sumo cuidado.-...pero no puedo permitir servirle...-dejé salir una única lágrima, que se convirtió en una perla carmesí.

Agarré fuertemente con la mano derecha la perla, esto causó un grave problema en el barco...llamas, el barco estaba rodeado en llamas, incluida yo.Pero yo no podía quemarme, lo bueno de ser sirena, supongo. Las llamas fueron llamadas por las lágrimas de una sirena, y los espíritus del fuego le tienen mucho aprecio a estas criaturas, las sirenas, en conclusión. Yo llamé a las llamas para que vinieran.

Por el caos que aquí se había formado, aproveche ésta ocasión y agarré al minino que antes me había sostenido con tanta gracia.Y lo llevé al agua, claro está que no se mojaba ni se ahogaba, pues una burbuja da para mucho, mi cola salió nuevamente junto a unas pequeñas conchas que rodeaban mis pezones.Menos mal.

-Ahora creo que deberíamos hablar.-aclaré, señalándolo.

Ajá. Así que la sirenita no tenía ni la más mínima idea, ni una sóla razón, no conocía nada. Iba bien jodida entonces. Se cruzó de brazos con fuerza, con tal de contenerse. Y decía, además, que no quería servir al príncipe.

Analizando la situación: Su preciosidad de barco se encontraba en aguas dulces, y no sólo eso, sino que además; atrapado en ellas. Tenía a bordo a Vanitas, el perro de caza del príncipe, y a la sirena. Elementos incompatibles. No encontraba una solución viable a todo esto, y ya veía de lejos que no iba a acabar bien. En silencio, contempló cómo ella lloraba una única lágrima bermellón, y todo sufría una combustión espontánea. Incluso el agua.

Sus bucaneros ya estaban en las suyas para tratar, de alguna manera, frenar el avance del acérrimo enemigo, y Rai fue secuestrado. Bufó, pero no arañó la burbuja, ni a la sirena. No le gustaba la situación, pero aún menos estar bajo el agua con la posibilidad de empaparse a merced de una tonta niñita asustadiza. Sus pupilas, apenas una raja en un azul tan brillante que similaba antinatural, reflejaban aún mejor su asesino estado de ánimo.

- ¿Quieress hablarr? Hablemoss, perro parra el maldito fuego. Ssi mi barco sse chamussca siquierra, te matarré yo missmo-. Siseaba, por el tamaño de los colmillos y la furia del tono. La tomó en acto reflejo del cuello, apretando con las afiladas garras.- Ssé porr qué te quierre, y ssé cómo ssalvarrte. La cuesstión ess... ¿Qué me dass a cambio?

Incluso la cola la tenía erizada, las orejas gachas, y un bufido similar a un estertor, a pesar de todos los intentos de calmarse que ponía su mente en marcha.

Todo salía bien, tal como lo había planeado.Me gustaba todo tal y como estaba, menos las garras del felino apretando mi cuello.

-¿que qué te puedo dar a cambio? ¿No acabas de ver una parte de mis poderes?.-pregunté, con una sonrisa maliciosa.-Puedes usarme como chica de la cocina, es algo que siempre me ha gustado y sólo se cocinar pescados y frutos del mar, también en ataques con las llamas, en defensa con el agua e incluso puedo mejorar tu velocidad con el viento.Además de ser la heredera del reino acuático, creo que de algo sirvo, ¿no?.-seguí insistiendo en que si se unía a mi, podría ser más poderoso.-Y lo único que quiero a cambio es protección y cobijo.-añadía, haciendo las llamas desaparecer del barco, sin haber dejado ni un solo rasguño en él.

-Ahora saldremos, tú eliges qué hacer.Matarme gratuitamente...o.-paré, pues ya estábamos en la superficie y la burbuja no era insonora.Nos solté en la cubierta, donde estaba el perro guardián del príncipe, mojándole, sólo por puro placer, mientras explotaba la burbuja y volvían a aparecer mis piernas.