Explorando

Tras robar unas cuantas piezas de fruta de la ciudad, salí a caminar sin rumbo mientras me comía mi "botín". La verdad es que esa comida no me satisfacía en absoluto, no estaba mal para calmar el hambre, pero hacía días que no comía un buen pedazo de carne, y eso, para un lobo como yo, era difícil de soportar.

Seguí caminando explorando una ruta por la que nunca había ido, realmente no es que tuviera nada mejor que hacer. Al final de esa ruta, me encontré con algo inesperado: una casa.

Era enorme, parecía muy antigua y comida por la suciedad, seguramente llevaría abandonada mucho tiempo.
Me acerqué un poco más para examinarla algo más de cerca, no se oía nada dentro. Me asomé por una ventana, y tampoco vi a nadie, estaba todo oscuro.

"Así que una casa abandonada, eh... Perfecto, ya estaba cansado de dormir siempre a la intemperie" pensé con una pequeña sonrisa sarcástica dibujada en el rostro.

Sonreí ante la presencia de algo grande que se acercaba a la casa, como no, yo estaba dentro, sirviéndome un té en el segundo piso.Pude sentir una presencia realmente abrumadora, era...no, no erra un humano cualquiera.Luego ese olor...tampoco era humano el olor.Una leve risa salió de mi.

Me asomé por la ventana para ver dicho ser y VOILA, ya sabía lo que era, pues su misma oscuridad me lo decía, su sombra...era la sombra de un lobo.-Nunca pensé encontrarme un lobito por estos lares.-pronuncié estas palabras con cierto rintintín y poniendo unos morritos.

Salté de la ventana, un salto majestuoso, con la taza de té colocada en el sombrero, sin derramarse siquiera una gota.Ante tal hecho no me quedó otra que sonreír y coger la taza.-Buenaaaaaaas~~~.-murmuré, mostrándole mi mano, en signo de que me la apretara.-Soy Lelouch Lamperouge, encantado.-dije, sin más dilación me bebí mi té de un sorbo, dejándome una pequeñas manchas en los labios.

Pensé en limpiarme las manchas, pero me las dejé, para intentar jugar con el pequeño lobo.El cual estaba solo, algo poco común para una "tribu" que siempre estaban en manadas.

Posé una mano sobre el muro, sintiendo el tacto de aquella antigua casa, no era como nada que hubiera visto antes, incluso tenía un olor extraño... ¿Guardaría algún tipo de secreto?

De pronto oí un ruido tras de mi y me giré sobresaltado. Como caído del cielo, apareció un hombre. Eleve la mirada algo confuso, ¿había saltado desde la ventana? ¿Cómo no pude percibir ni si quiera su olor? Me sentí avergonzado por haber cometido tal descuido, siendo un lobo debería de haberlo detectado.

Aquel hombre era alto, muy guapo, llevaba puesto un sombrero que me llamó la atención y sostenía una taza de té.
Se presentó cordialmente, pero aún así no me fiaba ni un pelo de ahí. Seguramente me había colado en su territorio, y eso nunca salía bien.

- Akai... -dije mirándole con desconfianza- ¿Es tu casa?

Le examiné de arriba abajo, intentando detectar si tenía intención de atacar, ya no iba a pillarme desprevenido.

Le miré de arriba a abajo, tirando la taza al suelo.Madre mía...era monísimo.Violable al ciento por ciento.Recorrí mis labios con mi lengua, observando el delicado cuerpo del joven lobo, y como un carroñero di unas cuantas vueltas alrededor suyo con la mirada visualizando sobretodo su trasero.Parecía esponjoso, quería tocarlo.

-Oh, Akai...si no recuerdo mal, significaba rojo o un derivado de ese color.-dije, mientras posaba mi dedo índice en mi mejilla y alzaba la vista al cielo, pues era mi forma de ponerme a pensar.-Pues mi nombre en sí, no significa nada.Así que no sabría como traducirlo.-expliqué, poniendo morritos por la envidia del significado del nombre.

Pero era lógico, Lelouch Lamperouge no era más que un nombre inventado por mí, utilizado desde que mi tiempo se paró y nadie, exceptuando a la coneja sabía mi nombre.Incluso yo lo había olvidado.

-¿Mi casa? Supongo que no, yo no tengo casa ni hogar en ningún lado.Sólo utilizo esta para cobijarme de vez en cuando.¿Quieres compartirla conmigo?.-pregunté, guiñando un ojo, no esperaba una afirmación, pero si me la otorgaba yo no iba a menospreciarla.-¿Y qué haces por estos lares tu solo?.-no había preguntado nada concreto pero quería saberlo todo, sí, todo sobe todo el mundo..

Me quedé quieto mientras aquel tipo daba vueltas alrededor mía, pero siempre alerta por si intentaba atacarme. No tenía ni idea de que clase de criatura era, pero estaba claro que no podía ser un humano. En el fondo me inspiraba algo de respeto, pero no tenía miedo.

Contestó que aquella no era su casa, que él no tenía un hogar fijo. Quizás era como yo, un salvaje que se dedicaba a vagar sin rumbo... Aunque, viéndolo bien, no tenía pinta de salvaje, incluso parecía un aristócrata.

Me preguntó si quería compartir la casa con él, guiñándome un ojo. Aquel gesto me dejó desconcertado, y un rubor inundó mis mejillas involuntariamente. Entrecerré los ojos frunciendo más el ceño como muestra de confusión.

- ¿Compartir? No gracias... prefiero un lugar donde pueda estar solo.

La verdad es que no me hubiera venido mal disponer de aquella casa, pero no sabía que clase de persona era aquel tipo, y no pensaba caer en ninguna clase de trampa.

- Solo paseaba, no es que tenga nada mejor que hacer ahora mismo... -llevé una mano a mi rojo cabello inconscientemente- ¿Cómo saltaste desde ahí tan sigilosamente...?

Se ruborizó ante mi, cosa que me gustaba pues quedaba muy bien con su rojizo pelo.Su pelo rojizo, su nombre era literalmente rojo, su rubor era rojo también, esto me daba muchas pistas sobre él y su pasado.Y sabiendo que era un lobo, estando solo.Era extraño, pudo ser por varios motivos.Pero no le iba a preguntar tan fácilmente.

Rechazó mi invitación a estar junto a mí en esta casa, no me gusto esa reacción propia de un tsundere maleducado.Sonreí, pues no tenía a ningún tsundere solo para mi, podría ser una buena presa que llevarme a la cama.Sonreí nuevamente.

Le agarré de la manos, sonriendo, dejando salir el hilo de una canción en un suspiro.-Pues es sencillo, la explicación del por qué he podido saltar sigilosamente es que no he saltado aún, todo lo que estás viendo ahora mismo...-respiré.-es una ilusión.-aclaré, haciendo que la ilusión quebrase como cristales rompiéndose hasta llegar al suelo y desaparecer.-¿Entiendes?.-pregunté, mi verdadero yo estaba situado tras él, en la repisa de la ventana aún con el té en la mano.

-Siento haber tenido que usar una ilusión contigo, pero es que estos días es difícil encontrar a alguien fiable y por ello no puedo bajar la guardia, ¿no te pasa lo mismo a ti?.-solté, terminando el té.Deslicé mi mano en el sombrero que llevaba puesto y saqué una gominola.-¿La quieres?.-pregunté, mostrándosela.Era una gominola grande, y tenía un cierto brillo rojizo, como él.

Me sorprendí cuando me cogió de las manos y fruncí el ceño, pero aún así me mantuve inmóvil e intenté conservar la calma. De momento aquel tipo no parecía mostrar intenciones de querer atacarme, y si su intención era provocarme, mas valía que me viera tranquilo e impasible.

Me reveló el como había saltado: era una ilusión. Entonces desapareció, dejándome desconcertado. Miré a mi alrededor con los sentidos totalmente alerta, por si se le ocurría atacarme por la espalda, cuando oí su voz proveniente de la ventana donde, supuestamente, había saltado.

- Eres un tipo realmente extraño... -dije relajándome un poco tras comprobar que no se escondía para atacarme- Exacto, hoy en día no te puedes fiar ni de tu propia sombra -añadí desviando la mirada- Es por eso que yo nunca bajo la guardia...

Estaba volviendo a ponerme tenso, cuando capté un delicioso olor. El tipo sostenía una gominola grande y roja en su mano y me la estaba ofreciendo. Mi parte racional me decía que la rechazara, podría ser veneno o algún tipo de alimento hechizado, pero seguía teniendo hambre, y se veía tan apetecible...
Asentí lentamente a su pregunta.

- ¿Me la vas a dar?

Miré al sorprendido lobo, que no se había dando cuenta de mi hasta que hable, era tan mono...tan simple.Me gustaban las personas simples, las complejas son demasiadas complejas...hay que estar demasiado pendiente de una misma persona y no me gustaba esa idea.

-Pues claro que te la doy.-asentí, con una sonrisa brillante.Una de las pocas sonrisas que en este mundo se podían hacer, las sonrisas brillantes de lelouch (yo) eran conocidas por las sonrisas de la diosa de la luna, pues llenaba el alma de luz, desbordándolo hasta que la oscuridad desaparece.-Eso si puedes subir aquí y cogerla.-dije, era realmente mono y sería como un pequeño perrito para mi.

Me estaba haciendo ilusiones antes de tiempo, quien me decía que no era ya algún vasallo del príncipe.Aunque su mirada no tornaba de color por mucho que lo intentara, eso era buena señal.Significaba que no era nada del príncipe.Algo en mi, se puso feliz.

-Akai.-susurré su nombre, con dulzura, mientras saltaba de la ventana.Tranquilamente, con majestuosidad.Toqué el suelo con la punta de mis zapatos azules, y luego dejé caer todo mi peso.Era realmente...maravilloso, era commo ver a un bailarín de ballet haciendo su mejor pase.-¿Te gustaría tener una charla conmigo?.-pregunté, como trabajo tenía que llevarme a todos los que pudiera al lado de los buenos, así que debía hacerlo cuanto antes y si encima podían ser chicos monos como este, mejor.

Dijo que me daría la gominola mientras esbozaba una brillante sonrisa. No sé que tenía su sonrisa, pero me hizo perderme por un momento, olvidarme de todo, durante ese momento desapareció por completo de mi cabeza la idea de que podía ser un ser malvado.
Al volver en mi me ruboricé y agité la cabeza. "¿Qué demonios está haciendo?"

Me retó a que fuera ahí a cogerla. Volvió a pasarme por la cabeza la idea de que quizás sería una trampa, pero aquella gominola atraía a mis instintos más primitivos.

- ¡Por supuesto que puedo! -dije con el ceño fruncido y apretando los puños, dispuesto a salir corriendo hacia dentro de la casa en ese momento.

Me detuve cuando iba a entrar al oírle pronunciar mi nombre. Me giré hacia él y le vi saltar desde la ventana, posándose suavemente en el suelo, como si apenas pesara. Volví a mirarle sorprendido, no parecía ninguna criatura sobrenatural, como yo mismo, pero sin embargo era capaz de hacer cosas así... ¿Qué tipo de magia poseía?

- Hablaré contigo... si me das eso -contesté posando mi mirada en la gominola.

Miré al hambriento perrito que parecía como si sus babas se cayeran solo al pensar en la gominola.Me hizo sentir vivo aquello, sentir que aún puedo manipular a alguien por el estomago me hizo pensar en todo, recordar mi época de chef y que me entraran ganas de cocinar.

Saqué incluso más goominolas de donde las había sacad, mi chistera.-Puedo darte toda la comida que quiera, así que entremos a tener una pequeña charla.-¿Que te parece?.-pregunté, dirigiéndome a la puerta.Con tranquilidad abrí la puerta y me dirigía las escaleras.

Todo estaba en mal estado, exceptuando los muebles que yo mismo había arreglado para poder usarlos.Subí las escaleras y girando a la izquierda estaba la sala de donde yo había saltado, una pequeña sala del té, llena de tazas por doquier, y muchas cajas de té por todos lados.

-Aquí estaremos tranquilos.-aclaré, dejando caer muchas gominolas sobre la mesa, del sombrero.Podrían salir perfectamente cien gominolas granes del pequeño sombrero.Claro estaba que el sombrero no estaba en esta dimensión, no al menos el interior.-¿Quieres algo más?.-pregunté, podría sacar cualquier cosa que quisiera.

Se me hizo la boca agua cuando vi todas aquellas gominolas que empezó a sacar de la chistera. Quería comérmelas todas, tenía cada vez más hambre, y olían tan bien... seguro que estaban deliciosas.
Me dijo que me podía dar toda la comida que yo quisiera. Había dado con mi punto débil, era incapaz de rechazar buena comida, siempre fui muy glotón.

- Está bien -dije tragando saliva, intentando que no se me notase las ganas que tenía de comer.

Se dirigió hacia dentro de la casa y yo le seguí. Subimos por las escaleras, eran viejas y estaban en mal estado, como casi todo ahí dentro. Realmente era antigua aquella casa.
Nos dirigimos a una pequeña habitación que, deduje, la utilizaba para tomar té.

Dejó caer las gominolas sobre una mesa y no pude evitar lanzarme a por ellas rápidamente, empezando a comerlas como si me fuera la vida en ello. Estaban más buenas de lo que imaginé. Al darme cuenta de mi comportamiento salvaje, carraspeé y dejé de comerlas.

- Lo siento -dije algo avergonzado por mi comportamiento. Pero me sorprendió el hecho de que él me preguntase si quería algo más- No... de momento tengo suficiente con esto.

Me alejé un poco de la mesa y eché un vistazo a la habitación, examinándola más minuciosamente.

- Aunque no me importaría algo de carne para cenar... -no pude evitar la tentación de decir eso, con suerte quizás hoy podría comer algo de carne.

Tenía al pequeño lobito en mis manos, bajo mis hilos irrompibles.Y sólo me quedaba por hacer una cosa, mi trabajo.Estaba siendo descuidado con mi trabajo, pero no me importaba...era mi día libre (?).

Conque quería carne, ¿eh? pues ya tenía otro método de manipulación...-je..-deje salir media risotada, con una bello sonrisa en mi rostro.-Carne, ¿he?.-pregunté en alto, para mis adentro pero en alto.

Deslicé mi mano a mi bolsillo izquierdo trasero, literalmente, mi culo.Y saqué un filetón de ternera, así by the face.-Aquí tienes tu preciada carne, espero que sea de tu agrado, aka-kun.-solté el filete encima de la mesa, aún estaba sangrando incluso y emitía un olor un tanto especial.

Un olor a muerte tornaba alrededor mío, y yo lo sabía, podía olerlo, sentirlo e incluso casi palparlo.Pero pocas personas podían sentir eso, aunque suponiendo que este perro tengo un buen olfato, lo notaría casi seguro.No quería esconder esa sensación, pues no me importaba...en cierto grado, incluso me agradaba.

-¿Ahora podemos hablar de negocios?.-pregunté, tomando asiento.

Como por arte de magia, sacó un jugoso filete de su bolsillo y lo puso sobre la mesa, ofreciéndomelo. Su olor me embriagó, su aspecto era increíble, jamás en mi vida había visto semejante trozo de carne. Como hipnotizado, fui hacia el filete y comencé a morderlo, a pesar de todas las preguntas que rondaban mi cabeza: "¿De verdad podía confiar en él?" "¿Acaso no intentaría matarme?" "¿No tendrá esta comida alguna especie de veneno?".

Solo su voz me despertó de aquella especie de hipnosis en la que me había sumido. Dejé de lado el filete, por el momento, limpié mis labios por si acaso había dejado alguna macha de sangre y le miré con mi típica mirada de desconfianza.

- Negocios... -fruncí el ceño levemente- ¿De qué se trata? ¿Qué quieres de mi?

Sonreí, maliciosamente, pensando lo mono que puede llegar a ser un perro callejero con un trozo de carne...hpm, me gusta. Le miré, por encima, de nuevo.Sin pestañear incluso, admirando el cuerpo de lo que en verdad parecía un chico joven y mono.

-Sí, negocios.Simplemente negocios.Es un simple trato.-acordé, sin explicar mucho aún, dejando la explicación para un poco más tarde, cuando le hubiese vuelto tan loco por mi que se comería mi ropa interior sucia si se lo dijese.Me acerqé a él, levantándome bruscamente, para posar mis manos en lo que sería mi trozo de carne, mirándolo directamente a los ojos.

Toqué su barbilla suavemente, para acabar arrastrando mis dedos dulcemente hasta su pequeña nuez, que ya sabemos todos dónde cojones está la nuez.-Creo que podremos divertirnos un poco antes de los negocios.-susurré, en su orejita, sonriendo, mientras iba desabotonando uno a uno los botones de mi camisa y soltaba la correa que rodeaba mi cintura.-¿qué te parece un poco de diversión?.-pregunté con una esencia mas que asesina, ultrajante.Mientras posaba mis manos es su respingón trasero.

Sacaba mi lengua, para relamerme los labios mientras me acercaba cada vez más, hasta incluso tener nuestra respiración al unísono, sonreí.

Aquel tipo me observaba mucho... demasiado, no podía ni imaginarme qué se le estaba pasando por la cabeza en ese momento, pero yo estaba preparado para cualquier tipo de ataque... Aunque lo que hizo a continuación no me lo esperaba en absoluto.

Me tocó suavemente el mentón y bajó la mano por mi cuello. Hubiera comenzado a sacar garras y dientes de no haberme fijado en su expresión. Ahora sabía bien cuales eran sus intenciones, y me quedó más que claro cuando me tocó el trasero.

- ¿Q-qué crees que estás haciendo? -dije sobresaltado, si moverme del sitio- Mira, déjate de juegos...

Pero él parecía ir bastante en serio, realmente se veía como un pervertido... Y me daba miedo pensar que eso, en el fondo, no me desagradaba.

- Deja de mirarme de esa manera -le di un pequeño empujón, solo para alejarle un poco, pues no me convenía empezar un conflicto con este tipo tan raro- Si crees que por que me hayas dado un poco de comida voy a... -no pude terminar la frase y acabé ruborizándome y desviando la mirada con el ceño fruncido.

Ahora más que un perro callejero, parecía un perro asustado.Y la sensación de miedo que pudiese obviarle a alguien era extremadamente dulce y con una fragancia esperanzadora y mi glotonería aumentaba.No podía quitar mi sonrisa picaron de la cara, era algo incontrolable...la sensación de miedo y placer eran cosas un tanto...especiales y dulces.Desprendían algo más que dulzura.

-¿Qué crees tú que estoy haciendo?.-susurré, asestándole un bocado dulce a la oreja a la cual estaba antes susurrando, aparté mi mano de su trasero, ya había palpado la mercancía por bastante tiempo, el suficiente.Mi sonrisa se detuvo, para volver en dulce esquizofrenia.-Me pides que pare, pero puedo ver en tus ojos como el deseo carnal inunda tus pupilas, tu corazón y tu cerebro hasta el punto de querer asestarme un buen bocado.¿Me equivoco?.-solté, agarrándole del mentón, para acabar lamiéndolo suavemente, con mi dulce aunque áspera lengua, parecida a la de los gatos.

-Incluso puedo notar como tu corazón se acelera, esperando más.Tus piernas tiemblan, incluso tus orejas tiemblan ruborizadas, pareciera que quisieras mucho mas que un simple lametón o un agarrón. ¿No es así?.-una sonrisa mucho más pícara que antes inundaba mi rostro, el deseo carnal inundaba mis propios ojos hasta el punto de querer revolcarlo en el sofá y ASDFGHJK<-censurado.

Me hizo una pregunta, yo permanecí en silencio mientras le miraba fijamente.
Afirmó que yo estaba deseoso por él, que podía ver el deseo en mis ojos. Me ruboricé ante aquel comentario.

- ¡Por supuesto que no! -grité. A continuación él se acercó a mi y me lamió la cara.

Quizás él tenía razón y en verdad me estaba invadiendo la lujuria, de otro modo ya le habría atacado o habría salido huyendo. En realidad tenía miedo de lo que podría pasar, él tenía todo lo que me gusta: belleza, carisma y comida gratis. Se podría decir que me gustaba, me gustaba mucho... pero aún así me negaba a hacer algo con ese tipo.

- Eres un pervertido, ¿me equivoco? -dije intentando mirarle friamente- P-puede que me pongas nervioso pero... No pienses que quiero saciar mi deseo contigo -desvié la mirada sonrojado e inconscientemente le agarré de su desabotonada camisa- No puedes aprovecharte de mi.

El deseo se podía contemplar en mis ojos, eso junto al instinto asesino asustaría a cualquiera, cosa que hacía que el sexo me gustase mucho más de lo que en realidad me gusta.Sonriendo, agarré la correa medio quitada de mi cintura y en un plis-plas, el chico estaba atado con la correa por la manos, estaría tan nervioso y asustado, que sus piernas no reaccionarían, así que solo quedaba esperar el deseo de sus labios.

-Sabes que por mucho que intentes evitarlo, el deseo de la lujuria es el más poderoso que ha habido y habrá, el hecho de que estés aquí ahora semi-atado, con alguien medio desnudo frente a tus ojos, se podría decir casualidad, si ésta existiese.Yo soy el que decidió atarte, no una fuerza superior.-expliqué, aunque sin venir mucho a cuento, mientras posaba mi mano en su entrepierna.Podía notársele una pequeña protuberancia bajo los pantalones, o al menos eso veía yo.

Antes de mover mucho mi manos, acerqué mis labios a los suyos, como se acercan las olas a la orilla, firme pero sin prisa.Sonriendo, mientras mi otra mano se dedicaba a rozar su oreja.El sonrojo de mi "victima" era más que evidente, me alegré, era algo...fantástico tenerlo completamente a mi merced.Lo primero que hice fue lamer un poco sus labios, con suavidad y dulzura, no era asqueroso era algo simplemente excitante.Luego posé mis labios en los suyos, un beso húmedo e incluso deslicé mi lengua en su interior, esperaba que no mordiese, dolería bastante.

Casi sin darme cuenta, me ató con la misma correa que hacía un momento llevaba puesta en la cintura. Ni si quiera pude resistirme, fue demasiado rápido.
Me asusté de verdad, aquel tipo no dejaba de mostrar su potencial. ¿De verdad sólo quería llevarme a la cama? Aquello no me parecía tan malo comparado con lo que me imaginaba que podría hacer...

- Déjate de palabrería barata -dije con rabia- Suéltame, vamos, esto no es d-divertido...

No parecía afectarle nada de lo que dijera. Se acercó a mi y me tocó la entrepierna, lo que me hizo ruborizarme mientras un escalofrío recorría todo mi cuerpo y una extraña sensación se formaba ahí abajo.
Entonces me besó, cerré los ojos con fuerza intentando corresponder. No podía luchar contra él, si hubiera querido escapar tendría que haberlo hecho antes, pero ahora estaba atrapado... Igualmente, tampoco es que me disgustase lo que el destino me había deparado.

- ¿Q-qué piensas hacer...? -dije casi gruñendo, la vergüenza y el miedo que sentía me hacían hablar de ese modo- Estás jugando con ventaja, ¡sueltame!

Se notaban sus ansias deseosas de poseerme, como muchos otros, pero ni siquiera él lo sentiría y mucho menos de esa forma.Tras oír sus palabras, como dulces latidos de chocolate en mis oídos, decidí soltarlo, tras un "pffft" largo, bien largo, seguido de una carcajada tras otra.

-Ya pasó todo, solo era un susto.-dije, soltándolo.-la verdad es que me gustaría hacerte cosas mucho peores, pero este no es el momento ni el lugar, ya que nos están vigilando.-Dije, girándome hasta la ventana, era una ventana antigua pero parecía nueva, normal, era una de mi ilusiones.

-Allí afuera hay alguien y sabe que esa ventana no está ahí, tiene un gran poder de visualización, ya que mis ilusiones no son fáciles de penetrar, la verdad, ah! sí, no te había contado...soy el rey del ilusionismo aquí en el país de las maravillas y que sepas que aunque sientas que has comido una ingente cantidad de comida hoy, solo era una ilusión, lo siento.-me disculpe, con una sonrisa y serio.-Pero mi trabajo no es darte de comer, si no decirte que deberías unírtenos a la causa, ¿qué causa? te preguntarás, pues sencillamente estamos reuniendo a todas las personas posibles para combatir al príncipe rojito <3 .-guiñé un ojo, riéndome del maldito príncipe cuyo odio por el me inundaba cada vez más.

Me senté nuevamente en el sillón y deshice todas mis ilusiones con un simple chasquido y toda la habitación volvió a ser lo que era, una casa demolida por el pasar de los años, sucia y putrefacta, lo único servible en toda la habitación era el sillón, al cual no había quitado mi ilusión, aún, pero lo haría seguramente pronto.La ventana había desaparecido, en su ausencia había aparecido un gran hueco en la pared cerca de medir metro y medio, redondo, no, más bien ovalado.

Sonreí al observar que aquello que nos observaba era un cuervo.-JAJAJAJAAJAJ.-reí a carcajada limpia.-Y pensar que aquello que puede ver a través de mis ilusiones es sólo un esbirro.-dije, entre dientes y lágrimas.