Coutdown to extiction [Free, like the sol of the mañana~(?) ]

& por fin estaba ante mí: Padre.

Estaba muerto, y yo frente a su tumba, portando su armadura encantada, con mi guantalete infernal en llamas, y controlando lo que antes fue el imperio de mi padre. En parte, le debía todo lo que me había enseñado, pero, bueno, al ser un hijo bastardo, no creo que se hubiese dado cuenta de lo que hizo siquiera. Pero bueno, eso ahora mismo es irrelevante, soy su hijo, y tengo el mayor derecho a poseer el trono que su otro hijo, ahora muerto.

Llevé una mano al mango de la espada mágica que portaba en el cinto, a Ragnarok, una de mis multiples espadas, conseguidas a lo largo de siglos de conquistas silenciosas. Recuerdo como era este reino antes, solía palpitar con energía, pero vital & extraordinaria.

Ahora, es diferente.

Al principio los cambios fueron lentos, muchos ni los percibieron o los aceptaron sin mas, pero no todos, y a los que no aceptaron mi reinato, los marginé, y finalmente los criminalicé. No pude evitar esbozar una media sonrisa, ahora este reino, es simplemente, mio.

El día se presenta como cualquier otro, el lugar esta tan sombrío como de costumbre los cambios han favorecido al país y quien piensa lo contrario no tiene mucha cabeza... Ya llevo dos vidas por aquí... Y realmente todo a cambiado... Aun así... ¡Es genial!
Oscuridad, Tinieblas y un Príncipe...

Dejo que mis bonitos y descalzos pies me lleven donde les da la gana, un salto por aquí, una voltereta por allá y cuatro pasos a la derecha. ¿Donde he acabado...? En el cementerio. ¡Que bien! Es divertido pasearse por aquí... ¡Me encantaría que alguien me diera un buen susto! Es el lugar perfecto...

-Nya...

Hago mover mi cola de gato levemente mientras sigo caminando, el lugar parece desierto... ¡Pues vaya! Así no habrá nadie que quiera intentar asustarme ni, como mínimo poder asustarle yo... ¿Por que nadie visita los cementerios? Si son un lugar genial...
Entonces en la lejanía, se proyecta una leve sombra... ¡Hay alguien! Como yo le he visto primero... Le tengo que asustar yo... Y luego... ¿Quién sabe? A lo mejor saco un poco de dinero, Nya...

Sigilosamente doy unos pasos en su dirección, cada vez me acerco mas... Hasta que para entonces... Reconozco la armadura, no es ni más ni menos que la del difunto Rey... Es decir, que la única persona que puede estar portandola... Es él, Shaytan.

Retrocedo un par de pasos dudando un instante, para luego caminar con más seguridad hacia él, seguramente ya ha notado mi presencia... Bueno ya no importa, así que apoyo las manos en sus hombros.

-Buenos días Amo...-mi voz es un termino medio entre un ronroneo y una voz algo demasiado aguda...-¿Que le trae por aquí,Nya?

Parece que la pequeña Armonhy había aparecido en mi tarde de relajación, a pesar de ser mi mejor...¿Como decirlo?¿Ramera?, nunca habíamos compartido lecho, ya que solo la tenía por una mera discusión politica, una extraña tradición del pais de las pesadillas. Noto una ligera presión en los hombros, tras escuchar su pregunta, es entonces cuando empiezo a hablar, usando aquella voz que sale de todas partes, pero a la vez de ninguna, esa voz que asustaría al mas valiente.

.-Mis asuntos son mios.-Giré poco a poco la cabeza, haciendome crugir todos los huesos de mi cuello, clavando mi roja mirada en los ojos de aquella furcia profesional. De la cual, simplemente, cuando me ahrte, podré matarla, quitandole todo el dinero. Comencé a girarme, poco a poco hacia ella. Era una chica bajita en mi opinión, quizá demasiado mona, eso seguramente sería lo que le haría tan popular entre los hombres.

.-¿& que haces tú aquí?.-Podría sonar como una pregunta cortes, pero ella sabía, y yo sabía, que aquello era una orden, en su tono mas profundo. No pude evitar ladear ligeramente la cabeza, todavía con la mano sobre el mango de Ragnarok, desenfundando aquella arma poco a poco, con un suave siseo del metal.

Todavía no se ni porque no la he matado, supongo que tendrá un ángel, un guardían que la protege, por así llamarlo. No se que forma puede haber tomado, un día, un viejo, siguiente día, una pequeña niña. Pero no dejes que las apariencias te engañen, idiota, pueden ser mas fieros que cualquier dragón.

Es irónico que a tu mano derecha no le interesen tus asuntos, a decir verdad, seguramente los sabría casi todos, pero aún así, era una actitud que me molestaba en gran medida. A pesar de eso, no estoy aquí para preocuparme por ella, precisamente por ella no. Simplemente vine aquí para despejarme, para tomar ideas para mi campaña contra la Condesa, apenas centré la vista en la chica, ya que, con un movimiento de mano, la aparté, y me dispuse a caminar, con Ragnaro medio desenfundada.

Tenía que pensar si mandar mis tropas al norte, a la Ciudad Blanca, o seguir recuperando tropas. Aunque no debía de perder tiempo, la conjunción de astros estaba cerca, tenía el hechizo perfecto para llevar a cabo mis planes, y tan solo me quedaban la oscuridad del corazón de una sirena, las lágrimas de la condesa, y gotas de sangre de la pequeña Conejita de la cual todos sabemos algo.

Seguramente no sabría de mis planes, ya que no se los había contado ni a Armonhy, y no tiene porque saber demasiado hasta el momento adecuado, siempre podría irse de la lengua cuando...trabaja, por así decirlo, y no me gusta por eso confiarle a nadie nada.

¿Qué me ocurría? Era una pregunta que me estaba haciendo al llegar a este cementerio, al salir de mi lecho, abandonar a la mujer que había allí, ponerme mi armadura & encaminarme, en un extraño antojo, hasta la tumba de mi padre, una tumba que juré en su momento que no iba a volver a pisar, y trato del cual madre estaba orgullosa. Es lo bueno de tener por madre a Satanas. Me tomo mi tiempo para responder, quedandome parado en el sitio, pregundandome a mi mismo lo que me había preguntado mi pequeña furcia.

Finalmente, y antes de responder, elevo las manos, dejando caer a Ragnarok en su cinto, de nuevo, con un siseo letal. Alzó las manos, poco a poco, hacia mi casco, el cual acaricio, antes de proceder a quitarmelo, liberando mis negros cabellos al aire, pero no mi rostro, el cual estaba cubierto por una ligera venda, para mantener el anonimato. Deslicé el casco hacia delante, encarando la parte donde iban los ojos hacia mi, pudiendo observar mi reflejo vacío en la armadura.

.-Armonhy, lo tengo casi todo.-Susurré.-[i]Mujeres, oro, poder...sin embargo, hay algo que me aterra, el frio abrazo de la muerte, he vivido por demasiado tiempo, y aspiro a vivir mucho tiempo mas, pero....[i].- Todo depende de Vanitas, finalmente, deslicé mi mano hacia mis vendas, para bajarlas, dejando mi rostro al descubierto.

Mis pies se mueven solos, sin yo dictarles ninguna orden, hacia delante para plantarse delante del Príncipe mientras dejo que mis palabras floten en el aire haciendo que el malvado (y atractivo) Príncipe se pare en mitad del camino con ojos vidriosos y algo ausentes, pensativos. ¿Que le ocurría? Mi preocupación comienza a revolotear como mariposas en mi mente junto con un millón de preguntas, ya que rara vez se le podía ver así ¿Sereno? No, aquello no era serenidad. 

El tiempo sigue su curso mientras el único sonido entre los dos es el susurro del viento y el murmuro de las hojas de los árboles al rozaras entre si.
Entonces el monótono sonido que hasta ahora sonaba es cortado por un siseo haciendo que todo mi cuerpo se estremezca y que mis ojos caigan en picado al suelo. 
Me asusta. Es algo que jamás admitiré ni confesare, ni a él ni a nadie.
No le miro, no soy capaz, no se que movimientos hace, realmente en estos instantes podría ponerme a temblar en cualquier en cualquier instante, pero no, no iba a mostrarme débil ante nadie. Jamás. Me lo juro.

Y entonces, mi nombre susurrados  entre sus labios hace que vuelva a prestar una alta atención hacia él, mis ojos vuelven a buscar los suyos hasta comprender que ya no llevaba el casco, en su lugar, unas vendas cubrían todo su rostro. El pelo oscuro se balanceaba junto con el viento haciendo que su inconfundible aroma llegara hasta a mi haciendo que una leve sonrisa sobresalga de mis labios.

Él tiene razón, no le falta nada lo puede tener todo con solo abrir la boca...Aunque jamás pensé que el también pudiera tener miedos, pesadillas que recorren su mente...  Es normal. Toda vida tiene su fin. Incluso la suya.
Durante un instante estoy tentada a lanzarme hacia el y abrazarle, pero escondí el deseo al ver como se descubría su rostro de entre sus vendas, tan perfecto, tan hermoso... 

Alzo una mano hacía su rostro posando delicadamente mi piel en la suya convirtiendo mi mano en una suave caricia.

-No tienes por que  temer a la muerte...- mi tono de voz suena más dulcificado, mas como la verdadera Armonhy.--Si tengo que sacrificarme por ti, lo haré, pero no temas... Eres demasiado especial para ello

Alza su mano contra mi, para posarla directamente sobre mi nívea mejilla, al tiempo que clavaba su mirada en la mía. Acto seguido dice que no debo temer a la muerte, que soy demasiado especial para ello. Si, se que soy demasiado especial como para cualquiera, soy el hijo de la mismisima Satanas & del Rey de corazones, un cruce letal, odiado por los demonios & temido por los humanos.

A pesar de mi posición en el mundo demoníaco, he llegado a ser uno de los demonios mas poderosos que ha existido nunca, gracias a el entrenamiento que me otorgó mi madre. Aún así, noto como los segundos pasa, el tiempo corre, lento e inexorable, para todos & cada uno de los que hay en este universo, y yo, yo deseo envejecer con el tiempo, que mi reinado no conozca fin, ni atardecer.

Sin embargo, he de admitir que me parece arriesgado apostarlo todo a una carta, apostarlo todo a Vanitas & su X-Blade, aquella arma que haría a su portador inmortal. Sin embargo, necesitaba 2 elementos que aún no poseo para poder forjarla: Sangre de la liebre de marzo & Oscuridad del corazón de la sirena, pureza & su oscuridad mas profunda.

& todo juntado en el corazón de la Condesa Blanca.

Sería totalmente perfecto...

Finalmente, poso mi mano, recubierta por placas metálicas en la mejilla de mi pequeña furcia, al tiempo que me acerco a ella, acercando ambos rostros & recordando distancias, para permitirme deducir una pequeña sospecha que tenía, y que me permitiría saber si sentía lo que yo creo que sentía.

.-Se que soy, y por eso he tomado medidas .-Susurré, recortando aún mas a los centimetros que nos separaban.

.-¿Ayudaras a Vanitas en su cometido?

El contacto de su cubierta mano plateada en mis cálida y sonrosadas mejillas hace que mi caja de música bombeante de sangre de un vuelco y cambie de compás a un ritmo más rápido y frenético. 
Su rostro más cercano al mío que nunca hace que mis pensamientos se confundan y superpongan unos a otros... ¿Que se supone que me pasa? Solo es él, como siempre, inconfundible, especial, diferente... No hay nadie como él.

Y lo sabe, sabe que es diferente, sabe que es especial. 
Su susurro me lo confirma, ¿Medidas? ¿Qué tipos de medidas? ¿Por qué no se nada del tema? Durante un instante me pierdo en las posibles medidas que el Príncipe podía haber tomado, hay tantas posibilidades que en seguida retorno a la oscura, pero perfecta,  realidad que tengo delante.
Mis ojos vuelvan a captar su mirada, más cercana que antes, provocando que un leve ruidito salga de mi garganta y mis ojos se dilaten de pura sorpresa. 
¿Por que me pongo así? He esta miles de veces en la misma posición con cientos de hombres distintos... Pero ninguno era él. Ese es el problema. ¿Verdad? Me siento algo perdida... Solo soy una simple ramera. No puedo ser nada más.

Las ganas de juntar sus labios con los míos son casi irrefrenables y más ahora que solo hay unos escasos centímetros entre nosotros, pero no debo, por desgracia en este trabajo hay que ser cauta... Y no puedo. 

-Haría lo que fuera por ti... -me oigo responder sin saber si quiera si lo había pensado.-Ayudaré a Vanitas en todo... Por ti.

Bajo la vista a mis pies, no podría aguantar mucho rato más si seguía clavando la vista en los ojos carmesí del Príncipe, debería apartarme, sería los más sensato en estos instantes. La sensatez es odiosa.

Confirmo mis sospechas al tiempo que ella confirma sus ordenes, está enamorada de mí, lo noto, y un amor loco puede ser un gran incentivo a cumplir las ordenes, si... Es por eso que deslizo mi mano, desde su blanca mejilla, hasta su barbilla, haciendo que la levantase, para mirarla fijamente a los ojos, con una media sonrisa.

.- ¿Sabes? Hace tiempo que deseo una Reina.....- Susurró, antes de acercarme lo suficiente para juntar nuestros labios, un beso rápido, practicamente imperceptible, como un latido del corazón de esa criatura llamada Colibrí. Me separo lentamente, volviendo a clavar mi mirada en sus ojos.

.- & tu me has servido bien por muuucho tiempo....-Volví a susurrar, para volver a juntar nuestros labios, en un beso que pretendía ser mas largo que el anterior, pero no mucho. Finalmente, deslizo la mano de su barbilla hacia su cintura, terminando de acercarla a mi, y juntando mi mano con la otra, ambas en la parte trasera de su cintura, cerca de aquel lugar en donde la espalda pierde su nombre. Volví a separarme, para luego, terminar por decir.

.- & por eso, te escojo a ti

Tras aquello, volví a besarla, esta vez mas largamente.

La confesión del chico me deja un tanto desconcertada, pues el cambio de tema era tan radical que en más de una ocasión me he sorprendido pensando haber si había escuchado mal ya que en estos instantes es lo más probable, pero esas sospechas se disipan como la niebla al notar el rápido contacto de sus labios en los míos. Es apenas un instante, casi nada... Pero lo suficiente para que el corazón me diera un vuelco (parecía que iba a pararse de un momento u otro)

Las frases del Futuro rey suenan tranquilas y seguras, como si de verdad no temiera a absolutamente nada y en cada parada un beso, rápido como si temiera no poder parar de hablar... Aunque Finalmente sus manos se deslizan por mi cuerpo hasta las caderas donde las entrelaza acercando mi cuerpo todavía más al suyo. 
Cuando sus labios se separan de los míos, tengo incluso que reprimir un ruido de súplica. 

Hasta que sus palabras me dejan en un estado parecido a un shock ya que lo dicho era algo imposible, debo estar confundida aquello era impensable... Al menos para mi...

-Yo...-murmuro pero entonces sus labios se fundían de nuevo en los míos.

Siempre me había preguntado a que podría saber el cielo, mis respuestas siempre habían sido cosas dulces, suaves... 
Ahora se que el infierno de sus labios era todavía mejor.

Me obligué a separarme de aquel infierno personal para mirar los ojos del chico un instante, temibles... Siempre los había adorado, pero como de costumbre jamás lo admitiría.

-Yo, de verdad, no se que decir...-respondo con voz tremula.-No me esperaba algo así...

"Y a veces querida... Pareces idota hablando... Att: Tu conciencia."

Está confusa, lo sé, lo puedo notar en su forma de hablar, de respirar, de pensar. Ella es mía, y tanto ella como yo lo sabemos, desde el momento en que la dejé entrar en mi corte hasta ahora. Sin embargo, todavía tengo que terminar lo que tengo entre manos, de asegurarme de que podré confiar en ella.

Miauw, me encanta mi trabajo~

Poco a poco, voy caminando, para dejarla encerrada entre un árbol que había por allí & yo, habiendo juntado antes de nuevo nuestros labios, manteniendome besandola todo el rato, para al final, separarme, un poco.

.-Puede que esto te ayude a decidirte....- Susurré, a sabiendas de lo mucho que deseaba seducirme. Y es por eso que, despojandome de mi armadura con un rápido conjuro, para quedar en una especie de uniforme de palacio, comencé a introducir mis manos por debajo de su camiseta, aprovechando para volver a juntar nuestros labios.

Esto no puede estar sucediendo, debe ser un sueño, un perfecto y realista sueño del cual ahora me despertaría y me encontraría entre mis sabanas, sola, como de costumbre, sin que nada de todo esto pudiera si quiera haber sucedido.

Intento meterme la idea en la cabeza una y otra vez pero, cuando realmente me doy cuenta de que esto NO es un sueño es el momento en el que noto la corteza de un árbol clavandose en mi espalda mientras sus labios volvían a juntarse con los míos, realmente me siento tan perdida, ya que jamás pensé que esto me pudiera suceder (Como mucho hubiera sucedido algo parecido por trabajo).

Susurra débilmente una frase que me eleva simplemente hacia el cielo nocturno, ¿De verdad iba a darme lo que tanto he deseado darle yo? Era irónico, pero sus manos deslizandose por mi debajo de mi ropa no hacia más que confirmarmelo junto con sus suaves labios posados a los míos, así que no me extraña en absoluto notar como mis manos de movían solas hacia el interior de la ropa del chico, acariciando con delicadeza la piel del Príncipe.

-Te recuerdo que me tienes prohibido tomar decisiones sola...-le susurro mientras un suave ronroneo surgía de mi.

Fue entonces cuando separo mis labos, pero no separo los rostros, manteniendo una poco prudencial distancia de seguridad, parando todos mis movimientos de golpe. Esta táctica me la había enseñado mi padre, & siempre me había funcionado para hacer que la gente hiciese lo que yo quisiera. Ah, añoraré el momento en que lo maté. Finalmente, abro los labios, clavando mi mirada en sus ojos, asegurandome de que sus 5 sentidos estén puestos en mí & solo en mí.

.-Peeero... No podemos hacer esto hasta la noche de bodas, ¿no?.-Le susurro, separandome de ella, lentamente, esbozando una enigmatica sonrisa. Aunque la verdad, es una pena, sea como fuere, esto no está tan mal, ahora se que ella está colada por mí. ¿Qué como lo se? Llámalo instinto masculino, llámalo como quieras.

[& este post ya lo terminaré~ -3-]