In da ship~ [Rai Void]

.-AHAHAHAHAAHAAAAAAAAAAAAAHAAAAAAAAAAAAAHA.- No podía parar de reir, tenía las manos en la cintura, mientras me descojonaba sobre un tejado, dejando ver a mis últimas victimas en el suelo, tras haber osado intentar destrozarme, por orden de la condesa, pero, oh no, no se lo pondré tan fácil, ella & yo tenemos que ¡CONEJITOS!. No pude evitar salir corriendo tras un conejito que había por allí, andando inocentemente, como Conde que soy, tengo derecho a correr tras lo que yo quiera, cuando yo quiera, como yo quiera. Finalmente salté por el hueco entre edificios, abriendo uno de mis caracteristicos portales negros hacia cualquier sitio.

& me pude ver en el camarote de aquel tal Rai Void, no pude evitar cruzarme de brazos, al tiempo que caminaba, lentamente, dejando mi paso, mis marcas, por todo el lugar por donde psaba. El ambiente se volvió mustio, es una pena ser pura oscuridad, y me tomé la libertad de apagar las velas. Suponía que estaría a punto de entrar en el camarote, y el Príncipe puedo recordar que me había mandado chequear el progreso en la misión de ese perdedor. Tras apagar las luces, comencé a oir pasos, por lo que silenciosamente, me desplacé hasta el centro del camarote, sentandome sobre la mesa, con el casco puesto.

.-Buenas tardes, Rai Void.-Dije, a modo de saludo

La oscuridad y el mal se hicieron notar inmediatamente. Y tanta cantidad de mal concentrado, sólo podía ser de una persona, o más bien, criatura. Vanitas. Rai alzó la vista a la madera que le cubría la cabeza, había aterrizado con alguno de sus portales en su camarote. Él, por su parte, se encontraba abajo, en la sala común con sus piratas, charlando tranquilamente.

Pero debía atender a la... Visita. Mandó que un grumete, más o menos de su peso aunque no de su altura, caminara hacia el camarote; mientras él se descolgaba de uno de los ojos de buey del barco, para escalar por la madera y llegar a los ventanales de su camarote. Gracias a que los tenía totalmente engrasados, no chirriaron ni se quejaron cuando los abrió, y se coló dentro con la agilidad y el silencio felinos que le caracterizaba.

- Buenas tardes, Vanitas Reminiscent.- Saludó, plantandose tan alto como era, a su espalda, con los brazos cruzados, mientras el grumete que había hecho de pieza de distracción, se largaba por donde había venido al ver a la oscuridad hecha cuerpo allí-. ¿A que debo la visita, viejo amigo?

Miauw, parecía que había querido hacer una entrada espectacular, oh, guay, ahora lo tenía detras. Apenas me inmuté del lindo gatito que tenía a mi espalda, amteniendo mi pose de brazos cruzados al tiempo que bajaba levemente la cabeza, intentando recordar porque me habían mandado a vig

¡ALTO!. Paredes altas, blancas, marmol, estoy en un laboratorio, una especie de laboratorio, veo a alguien mirandome, un chico, joven, parecía un doctor, miraba a mis ojos, me estaba examinando, a mi.

.- Bueno Condesa, supongo que...¿Condesa?.- Miré a mi alrededor, ¿Se refería a mí?. Vuelvo a estar en ella.
.-Condesa, no debe enfrentarse a el, ya sabe lo que pasará.- Se refería a mi, lo notaba, no pude evitar comenzar a gritar.

.-¡No, la esp.- Pero en cambio, cuando me quise dar cuenta, estaba en el suelo, de rodillas, con la mano extendida hacia un imposible, para terminar de decir.

.-ada X será forjada!

Fue ignorado por completo, pero eso ni le molestó siquiera. Estaba acostumbrado, no puedes esperar demasiada cordura en alguien que nació de la oscuridad de un corazón, y que prácticamente se alimenta de locura. Con lo que suspiró y se cruzó de brazos, rodeando a la figura pensativa para quedar delante de él. Parecía sumido en una visión interna, de esas que sólo le afectaban de cuando en cuando, pero de las que todo el mundo hablaba.

Cuando cayó de rodillas no hizo nada para evitarlo. Simplemente se quedó contemplando. Al fin y al cabo Vanitas no se daría cuenta de que lo cuidaba, y cuando recuperara la consciencia, tampoco lo agradecería. Se lo tenía demasiado creído. Ante el grito, alzó ambas cejas, en una expresión de fingida sorpresa. Por supuesto que intuía de lo que hablaba, y como miembro de las fuerzas del príncipe, tendría que ayudar en su forja, o en encontrar lo que les hacía falta. Pero de momento prefería mantenerse al margen.

- ¿Estás bien?.- Se limitó a preguntar, ofreciendole una mano para que se pusiera en pie, sin comentar nada.