¡Ya era hora! [Pirvado entre whtie rabbit y yo, puede contener escenas de sexo]

Anduve tranquilamente por todos lo lados, pero nada, no encontraba a quien tenía que encontrar.No estaba aquí y eso que habíamos quedado...se demoraba.

Estaba intranquila, no era la paciencia una de mis virtudes y mucho menos cuando necesito tan urgentemente su información.Sabía que me iba a costar mucho conseguir la información y más viniendo de ella, que ... bueno..no era que digamos muy justa.

Aunque tenía razón cuando dijo que todo tenía un precio y todo debía pagarse, porque si no, ocurrirían cosas más malas aún. No tenía muchas cosas que darle, pero siempre nos quedaba el sexo. Es lo que mas le valía, estaba claro...aunque no fuese con amor tenía que hacerlo por la información.

¿Cómo sabía yo eso? Porque era mucho tiempo tratando con ella sólo por información, era habitual ya casi...aunque, ¿qué sucedería si acabo enamorándome de ella?, o peor aún, ¿y si me enamoro de otra persona?. Todos estos pensamientos inundaban mi cabeza como la lluvia en un agujero.

¡POR FIN LLEGÓ LA MALDITA!

-Sabes muy bien que no me gusta que me hagan esperar, ¿verdad?.-dije, con solemnidad mientras aceptaba sus besos y caricias, ya quería que la tomara...como siempre, esta igual de provocadora aunque sigo sin entender por qué ponerse la ropa si se la voy a arrancar a mordiscos.Nunca la comprenderé.

Estaba ocupada besándome cuando le agarré de las muñecas, no muy fuerte, con ella tenía que ser delicado.-¿Cómo quieres que te llame hoy?.-le pregunté, sabiendo que sus gustos eran extraños y que debía llamarla de alguna manera mientras lo hacíamos, supongo.-La deje caer sobre la cama y me coloqué sobre ella, sin tocarla aún,estaba sobre ella, apoyado en mis mano y rodillas.

Me encantaba cuando se dejaba mecer por mi, sin rechistar.Sin decir más de lo necesario pero diciendo.Empecé con dulces caricias por su cuello y besos a tutiplén, lentamente para que quedase bien y delicadamente para no hacer daño. Siempre se quejaba de lo brusco que podía hacer. El traspaso de saliva estaba bien, pero aún faltaba una cosa y no sabia que era....acerqué mis labios a su cuello, era suave como la seda...delicado...unos simples besos podían hacer que se retorciera entre mis brazos.

Sí, sé perfectamente que no le gusta que le hagan esperar. Es un hombre impaciente... para casi todo. En la cama sí demostraba ser perfecto. Me dejo agarrar de las muñecas, con media sonrisa suave, agradeciendole la delicadeza. No me gusta nada amanecer a la mañana siguiente con marcas y cardenales de una noche, por desenfrenada que esa noche fuera. Se rompe la perfección blanquecina de mi piel, y eso no me hace parecer demasiado atractiva.

- ¿Como quieres llamarme hoy?-. Contraataco a su pregunta con una sonrisa algo más amplia y juguetona, mientras me deja caer cual pluma sobre la cama, para nada desconocida para él. Es el único al que he dejado entrar a mis aposentos, y sólo porque los encuentros se hicieron tan comunes y excitantes, que no me importó que viese mi más profunda intimidad. No hago nada más que quedarme quieta debajo de él, hoy me apetece ser pasiva totalmente, justo como a él más le gustaba conmigo. Me limito a sonreir dulcemente, ofreciendole mi perfecto cuerpo de conejita, blanco, aunque no puro.

Ronroneo suave y sensualmente ante las caricias a mi cuello y sus besos, correspondiendolos con lo más parecido a la dulzura que tengo, dejandome hacer. Parecía que hoy estaba decidido a hacerlo suave, lo que significaba que la información que buscaba era o importante,o peligrosa... O ambas cosas. Lo borro de mi mente, lo que más me interesa ahora mismo es lo que me espera, que precisamente comienza a hacerme jadear acelerada por sus besos en mi cuello. Me retuerzo suavemente, sin intención de liberarme, sólo para jugar a su manera, alzando una pierna para acariciarle un lado de su cadera.

Hoy estaba mucho mas pasiva que de costumbre, eso era tan placentero como extraño. Eso ya significaba que tenía la información bien preparada, pero...¿por qué me preguntó eso a mi?

-Sabes perfectamente que por mucho que lo desee, por mucho que diga su nombre...no volverá, y lo sabes muy bien, conejita traviesa.-susurré, dulcemente en una de sus orejitas de conejitas.-Pero no me importaría llamarte...Evangeline.-solté, de un suspiro con trsiteza.

Ahora puedo recordar perfectamente todo lo que ocurrió aquel día incluyendo el día en que me hicieron esta cicatriz, me toqué suavemente el pecho dejando salir mi cicatriz, y al igual hice con las demás cicatrices de mi cuerpo, a cambio mis ojos fueron de color amarillo, y sería así toda la noche hasta que las volviera a esconder.

Vuelvo a la historia, todo ocurrió con una mañana muy luminosa, tras despedirme de ella, de mi mujer, con su larga melena rubia y sus grandes ojos plateadas.Iba con ese vestido verde que le regalé por su cumpleaños, con florecitas rosas por todos lados.Me dirigí como siempre con él, hasta que anocheciera, como siempre y justo cuando volvía a casa, lo vi...era él, el mismo amigo que siempre he tenido, aquel que me acompañó toda mi vida hasta ese día ...el día en que la mató...¿por qué? no lo sé, pero la mató, frente a mis ojos.

La ira se apoderó de mi cuerpo, solamente la muerte podría pararme...tenía que luchar , sí o sí.

Cuando me quise dar cuenta, tenía una lagrima asomando y un bulto en los pantalones, producido por esta linda coneja. La agarré con delicadeza para ir quitando poco a poco ese vestidito que tenía, besándole todo el cuerpo hasta llegar a sus turgentes pechos, que empecé sólo por pellizcar y lamer.Luego llegaron los mordisquitos.

Dejé suaves y dulces besos en su cuerpo, por todos lados, siempre, con delicadeza...con cuidado y amor.Mucho amor, falso y descontento amor, pero amor igualmente. Sólo podía imaginarme el cabello y el cuerpo de mi gran amada, pero éste , no era.

Una tristeza absoluta me inundo, era....otra persona, pero bueno. Esto era todo una simple fantasía para conseguir información, al fin y al cabo sólo soy una marioneta de este mundo para ...bueno, deje de pensar para seguir con el tema en el que estaba.

Seguía jugando con su cuerpo, esta vez ya iba bajando, había llegado al ombligo, donde suavemente coloque mi lengua para lamerlo, poco a poco iba bajando hasta su parte mas temible, con delicadeza y beso a beso. Había llegado hasta su más íntimo lugar, aunque ya me conocía ese lugar desde hace mucho tiempo.

-¿qué tal esto?.-susurré, tocando su pequeño bultito placentero, con mis dedos, con mi lengua, con todo lo que quise, pues era mi misión darle placer a esta coneja pervertida.Acabe por lamer todo lo que escondía bajo sus vestidos todo lo que quise, hasta que hice que se estremeciera una y otra y optra vez, hasta que mi lengua dijo basta.

Me estaba quitando mi ropa, sólo la parte de arriba, aunque no le dejé seguir, pues quería conservar mi camisa todo lo que pudiera.Sin descanso alguno, deje sus manos sobre la cama, y con una terciopelada voz, que dejé salir, le susurré...
D
-Dime cuánto lo deseas.-acabando, con una leve sonrisa prematura.Deslicé una de mis manos hasta el pequeño juguete de la coneja, sí...era un juguete totalmente.Lo acaricié un poco para seguir con la introducción de dos dedos a la vez.Podía sentir lo caliente y húmeda que estaba en ese momento, cuando mis dedos se entremezclaron con los jugos vaginales (?) de ella.

Sin compasión alguna, saqué, de mis pantalones mi juguete, mi miembro viril más bien.Rocé lenta y suavemente mi miembro con la parte mas sensible de la coneja, dejándolo tocarlo suavemente. Con muchísima delicadeza.

Decidí, de inmediato embestirla de un golpe, con brusquedad pero dando tanto placer como podía sentir, y seguí embistiéndola una vez tras otra, sin dejarle descanso alguno.

Seguí penetrándola duramente sin compasión, con una sadomasoquista sonrisa en el rostro, contemplando cómo se retorcía debajo de mí la coneja mas sexy de este mundo, la única coneja, y jadeaba de placer.

-Retuércete de placer.-exclamé, con sonrisas maléficas, en realidad tenía mi lado sadomasoquista en mi interior, aunque no acostumbraba a dejarla salir muy a menudo.Puede que me exceda con ella hoy y , aunque le haga sentir mucho placer pueda hacerle daño.

Paré un segundo y la saqué, para segundos más tarde, volverla a meter y así, mediante embestidas sin compasión se turnó toda la jornada, tras varias horas de sexo endemoniado, cambiando de postura y haciendo que se estremeciera y se viniera miles de veces ante mí, hasta que quedase saciado de mi sed sexual.

Cuando todo acabó, pensé que me había pasado con ella, quizás...-¿Estas bien?.-pregunté, presente de mis actos y arrepintiéndome de actos malvados de esta jornada.

No me da tregua, ni la más mínima, y su tan legendaria resistencia se hace presente. Mi faceta de multiorgásmica se hace presente enseguida, y a sus exclamaciones, espoleandome para retorcerme y morir de placer entre sus brazos, mi cuerpo responde solo matándome lentamente de placer.

Marca un ritmo totalmente irregular, haciendome sufrir, mostrandome espectante, jadeando y gimiendo a la velocidad e intensidad que él me dicta. El tiempo va pasando, y con dominancia, me cambia de postura como quiere, no soy más que su muñena, que gime y suspira para él... Por este día, de momento. Pierdo la cuenta... De hecho, no la he llevado, de cuantas veces me hace llegar a la cumbre del placer, una, y otra, y otra vez.

Sólo una vez que él se sacia, me doy a mi por saciada, y caigo rendida tumbada a su lado, sintiendo aún cómo latigazos de placer me recorren de arriba a abajo. Mis jadeos están apenas presentes cuando me pregunta si estoy bien, y asiento suavemente con la cabeza. A pesar de que me ha dado duro, me lo han hecho peor y más dolorosamente otras veces. Él sigue siendo un caballero, aún a pesar de soltar parte de sus más bajos instintos.

- Oh sí~.- Murmuro suavemente, como un eco de mis gemidos no tan anteriores-. Te has ganado tu información... Más o menos-. Sonrio de medio lado, acomodándome sobre uno de sus hombros, tumandome de lado para acariciarle el pecho suavemente-. El príncipe ya no está tan calmo como hasta ahora. Prepárate, aún no sé qué es lo que trama. Tu amigo el gato de las mil vidas ya no duerme donde el resto de piratas y malhechores, y sigue siendo gay, es de los pocos que me quedan por tirarme... Y... Ya está, ¿no? Eso era todo lo que querías saber.

¿PERO QUÉ ME ESTÁ CONTANDO LA ESTÚPIDA ESTA? ME DEJO LOS HUEVOS EN ELLA PARA QUE ME DÉ ESA MIERDA DE INFORMACIÓN INSERVIBLE.

La miré, con desprecio, con asco, y sin dejarle terminar nada de lo que aun tuviera que decir, sonrío.-Sabes perfectamente qué es lo que ando buscando saber, así que no te hagas más la tonta, te agradezco que me des esta información, un tanto inútil, pero he de agradecértelo igualmente.-solté, bastante enfadado pero con todo lo que había soltado antes como para poder soltar mas berrios de los míos.

Me acomodé en la almohada, quería saber sobre Evangeline, ella sólo me dijo su nombre ni siquiera su apellido.Quería saber cosas de ellas de cuando aún no había llegado a este mundo y de cuando llegó también, quería saberlo todo.Los motivos por los que fue asesinada, los motivos por los cuales actuó así Rai.

-Quiero saberlo todo.-murmuré, cerrando los ojos, quería hallar la soledad y el descanso en la cama. Intenté dormir mientras esperaba a que me contestase, pues para eso le había pagado con tanto ahínco.

La sonrisa se me torna en triste cuando me mira así. No me gusta cuando me mira así. Es uno de los pocos con los que puedo relajarme y no quiero que eso cambie. Compungida, le contemplo cómo trata de calmar ese enfado y ese asco por mi. Como a todos, los prejuicios le hacen tacharme de puta para abajo. Suspiro mientras él se acomoda en la almohada. Sé lo que quiere, y sé que hace mucho tiempo que lo quiere. Pero no sé si debo...

- Evangeline.- Comienzo a murmurar, para llamarle la atención lentamente y no molestarle en su pequeña duermevela-. Evangeline Blue. De la nobleza irlandesa. Tenía las manos muy femeninas y bellas, incluso desde niña. La observé llegar a la pubertad. Era la flor más bella de las colinas verdes del país de Irlanda. No tuvo a nadie más que a ti, y te amó con todo su corazón. La guié a través de un arroyo, llegando a este mundo algo mojada. Ilusionada cuando supo dónde estaba, comenzó a preguntar de todo y sobre todo y todos. Conoció a Rai antes que a ti. A él nunca le gustó ella, pero no la mató por eso...

Hago una pausa. No me gusta la historia que tengo que contar. No me gusta, nada. Por mal que me caiga ese frio asesino, sé que fueron amigos.

- Rai Void preguntó por el futuro, y se lo enseñaron. El propio príncipe. No sé qué es lo que vio, porque no se lo ha confesado a nadie. Pero sé que eso fue lo que le llevó a matarla. Y por eso está con los oscuros, a cambio de poder interferir y cambiar el futuro, pagó con sangre y servidumbre.

Dejo asomar mis lágrimas, ¿Qué me está contando? ¿Cómo que preguntó por mi futuro y por eso la mató?No podía entender todo lo que me decía la coneja, normal...no tenía idea alguna de nada.Intento siempre tener toda la información posible pero sobre este tema, algo malo se cernía en mi mente cuando intentaba pensar en esto. Como si un cortocircuito estuviera estropeado e intentase evitar que pensara en esto.

Como ahora mismo, que en vez de pensar en las manos y lo bella que era evangeline o el cómo pudo matarla mi mejor amigo, pensaba en un cortocircuito de mi cabeza. Aún con ojos cerrados mis lagrimas no tenían intención de cesar, mis cicatrices se mostraron todas y cada una de ellas sin excepción, incuso de algunas empecé a sangrar.

Mis poderes tanto regenerativos y ocultativos estaban en descontrol y cualquier herida que no estuviese bien cuidada desde un principio , saldría a la luz abriéndose cada vez más.Pero no me importaba, ni me inmuté, estaba pendiente a mi cerebro, a mis cosas.Seguía pensando en la información que me acababan de otorgar, tenía que procesarla.

Y a esto me refería cuando digo que había un cortocircuito o algo, porque cuando no era en mi mente, a mi cuerpo le pasaba algo también.-¿Por qué?.-susurré, con voz dolorida, dolorida desde el fondo de mi corazón.

Que no me moviese dice, pero...¿qué estaba haciendo que no me acuerdo? ¿Estaba sólo de nuevo? ¿Estaba con alguien, aún podía sentir una presencia en la habitación.

Mi vista se iba nublando cada vez más, como si del cielo de ese día se tratase, el cual estaba oscurecido y nublado a causa del tiempo y las nubes.Mi mirada se perdía con el blanco de la pared, y una oscuridad inundó la habitación al mismo tiempo casi que el día.

Un aura, extraña aura, salía del cuerpo del inmóvil, osea se, yo.Esa aura consiguió desastibilizar la gravedad de toda la habitación, ¿cómo lo hizo? no lo sé, pero sé que no era consciente de lo que estaba haciendo , si no me hubiese detenido, hace rato seguro. Las cosas comenzaron a flotar, entre ellos la cama en la que estaba, junto a mi y quien más estuviese.

-Evangeline.-murmuraba, sin poder acallar los gritos que en mi salían tras cada nombre que susurraba.-Rai.-dije, tambié.Acompañado de un grito algo desesperado.

¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué estaba tan descontrolado? ¿QUÉ HAGO PARA PARARME?

No parece responder y me está comenzando a tocar las narices. No me siente, no siente el dolor de cuando le desinfecto algunas de ellas. Tampoco cuando ato bien fuerte con las vendas. Nada, ningun signo de que su oscura, opaca mirada, esté aquí conmigo. Y me asusta

Y mi habitación se va tornando más y más oscura, al ritmo al que Lulu languidece en mi cama. ¿Pero será posible? Comienzo a elevarme y flotar en la atmósfera como si no hubiera gravedad alguna. Me da rabia que Lelouch se descontrole tanto, joder. Esto no es la puta feria.

No sé qué clase de visión estará teniendo, aunque puede que esté reviviendo cómo asesinaron a su querida, a juzgar por los gritos.

- ¡YA ESTÁ BIEN, LELOUCH!-. Grito, con ganas, dándole una buena hostia con los dedos abiertos en toda la cara. Luego, sabiendo que cuando recobre el conocimiento, no lo pasaré demasiado bien, suspiro y tomo su cabeza sobre mi regazo, para calmarlo con más ternura-. No pasa nada, vuelve en tí, por favor...

Mi mente empezaba a hacerme caso cuando las terribles visiones de la muerte de Evangeline iban acabando lentamente dejando paso a la dura realidad, podía ver a la coneja delante de mis ojos, aún recuerdo el primer encuentro con dicha coneja.

Mi primer encuentro con la coneja, aún lo recuerdo como si fuera ayer, para mi cuerpo fue ayer pero para mi mente fue hace mucho siglos ya.Y empezó con una niña, bien pequeña, con lindas orejitas blancas, por eso supuse que sería LA coneja, la única hembra, tendría algo más de ocho años, sus ojos demostraban una dulzura e inocencia incomparables.

Ese rostro tan tierno fue el que trajo a mi Eva, mi Evangeline.La trajo de la mano, recuerdo lo amable que era la coneja en esos tiempos, ahora se dedica a tirarlos por un agujero interespaciootemporal (?).Era bella como ella sola, con su pelo verde brillante que a causa del efecto de este mundo acabó por convertirse en un rubio aún más brillante, pero aún me gustaba, y mucho.

Llevaba un vestido veraniego blanco con volantes verdes, pero no le di importancia a dicha penda, le di más a sus enormes y ambarínos ojos que me hipnotizaban con cada pestañeo. No me di ni una muestra de cariño o amabilidad, pero ella seguía sonriendo mirando, sorprendida, este mundo. Y yo solo pude, chinchar a la nueva coneja diciendole lo pequeña que era.

-Je...¿adivina qué estaba recordando?.-le pregunté, recobrando la cordura y haciendo que todo lo que había ocurrido y movido volviese a su lugar.

Parece calmarse. Al menos se está quieto, y puedo cerciorarme de que todos sus vendajes estén en perfectas condiciones aún. Así que, mientras él está perdido en sus pensamientos o recuerdos, yo me limito a servirle de almohada en silencio, acariciándole el pelo y sirviéndole un pobre consuelo. Lulu es aún más complicado que una mujer, o al menos que yo misma. De momento sé cómo tratarle, pero sólo gracias a nuestra larguísima amistad.

- No se me dan bien tus adivinanzas, Mad hatter-. Murmuro suavemente, acariciándole el rostro, mientras él ordena mis aposentos-. ¿Tal vez algo relacionado con ella? Tal vez su pelo. Era su rasgo más bello... Creo que le dió un punto bastante imporante para traerla aquí.

Termino en un suave murmullo, y me hundo de nuevo en el silencio. Es raro, pero ahora mismo no sé qué puedo esperarme del atractivo ojimorado. Cuando pierde el control... Me asusta.... Porque pienso que tal vez no vuelva a ser el que era antes. Y no quiero eso. No quiero eso, por nada del mundo.

Exactamente, la coneja sabía siempre en lo que pensaba.Seguramente por los años que llevamos juntos.Quizás se haya acostumbrado tanto a mi que sin mi mera presencia no sería la coneja que todos conocen; Aunque también estaba el caso de que se haya acostumbrado tanto a su realidad que cualquier otra le parece estúpida.

Estaba claro que yo no podía entender aún la mente de la rubia despampanante que tenía como almohada, y pensándolo bien sí que me tenía que querer aunque fuese un poco, porque si no...no me explico el porqué estaba haciendo cosas por mí.

-No me llames así, sabes que odio ese nombre.-musité, entre dientes, incorporándome, haciendo incluso que mis heridas fuesen desapareciendo.-Claro que era relacionado a ella, incluso a ti. Aún recuerdo lo pequeña que eras y mírate ahora, hecha toda una "mujercita", mi pequeña conejita.-dije, con dulzura, estaba claro que la apreciaba, mucho más de lo que ella se podía imaginar, tanto que podría dar mi vida por ella.

-¿Te acuerdas de su cabello?.-pregunté, acariciándome la punta de mi flequillo.Dejando caer un cálida lágrima que seguía su camino hasta llegar a caer al suelo, no sin antes pasearse por mi mejilla, haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo.-¡Cómo brillaba cuando llegó! y cómo seguí brillando antes de...irse.-susurré, dejando de llorar.