Me despierto y a dar por culo (if you know what i mean)[Priv.Rai&me]

Una suave corriente (de la estepa del norte xD) golpeó suavemente mi mullido moflete acabando por despertarme. Semi inconsciente aún. Limpié lentamente mis ojos con mis zarpas. ¿Dónde estaba? Parecía, no, era una habitación.Bastante espaciosa, con una sola cama de matrimonio, muy cómoda pues estaba yo ahí tumbado.

Todo parecía un sueño, una habitación cómoda, con una frescura que haría sentirse bien a cualquiera y...espera, ¿estoy vivo? A decir verdad no recordaba mucho de lo que ocurrió la última vez que tenía los ojos abiertos, cierto es que recuerdo perfectamente ese trozo de mi memoria, aquel recuerdo, como si fuese lo único que tuviese en la mente...y ...¡Ahh! Mi nombre.-¡LEO!¡LEO ROSWERD!.-grité, eufórico.

Por fin tenía nombre, y parecía bastante interesante.Como la realeza.Espera, estoy olvidando lo más importante...Aquel trato con Rai. Una mueca de dolor y un silencio fue lo que inundó aquella habitación, salí de la cama pensando que todo había sido una broma pesada de él mientras observaba la cicatriz que cubría mi pecho, estaba ya totalmente sanada.¿Cuánto tiempo ha pasado?

Bajé aquellas escaleras, que parecían de madera antigua, más bien todo parecía de madera antigua y hecho a mano.¿Dónde estaba? Miraba a todos lados, de soslayo, no veía cuadros o representaciones o dibujos, simplemente...no veía nada.

Nada más bajar sentí su fragancia, estaba detrás de mi, en la ...¿cocina?¿en una mesa? Cada vez entendía menos.-...Hola...-susurré, aún confuso.Sonreí.-Ya recuerdo mi nombre...-solté, sonriente y casi feliz.-¡Leo! Leo Roswerd.-musité, orgulloso.

El grito del recién despertado le sobresaltó, pero también le crispó bastante. Alzó ambas cejas, reprimió un suspiro, y continuó leyendo tranquilamente su novela. Eso sí, permaneció un poco más atento en lo que respecta a lo que el minino hacía en la planta superior. Le oyó salir de la cama, y pasó la página, dándole un nuevo trago a su taza de leche de gata aún caliente y todo. Permaneció en completo silencio, almacenando que se llamaba Leo, Leo Roswell.

Bueno, ya era hora de que despertara. Se aseguró de que toda la fruta que había en el cuenco de la mesa -recién cortada, y las manzanas incluso ciertamente pulidas- lucía fantástica, y continuó con su lectura mientras él bajaba las escaleras.

- Hola Babe, y sí, te llamarás Leo, pero para mi eres Babe.-. Murmuró, moviendo la cola con un cierto latigueo de lado a lado, relajadamente. Le señaló el cuello, donde llevaba un collar de plata, con un grabado de su nombre. Una vez saludado, fue directo al grano-. Come. Llevas cuatro días sin abrir ni los ojos. Es una orden. ¿Prefieres que te de las órdenes básicas ahora, o tras el desayuno?

Toda la euforia y la felicidad desbordante que tenía ...acababa de ser machada.Pues era cierto , tenía un collar en el cuello que no había siquiera notado antes.Intenté mirarlo, imposible.Cogí una cuchara que había por allí y miré y exactamente ponía "Babe" ...¡¿BABE!?

Ya no tenía una figura tierna y simpática, era una mezcla entre la maldad personificada y una tremenda depresión.¿Qué más podía pasarme? Ah, sí, aquí venía la bomba.Tenía que ser su esclavo... su esclavo, espera...¿qué clase de esclavo busca?

-Espera...espera...TIEMPO MUERTO.-grité, asustado.-Entonces, ¿no era todo una confusión ni una broma?.-pregunté, llevándome las manos al collar que llevaba.Mientras la depresión entraba en mí.-¿En serio tengo que ser tu criado?.-pregunté dejándome caer al suelo, de rodillas.

-P...Pero pensé...que...tú...eras alguien...-las palabras no salía, eran simples balbuceos mientras temblaba.-Entonces...¿sólo me salvaste para que te sirviera?.-pregunté esperando una afirmación, por supuesto.Ya no sabía qué hacer...si rendirme ante él o enfrentarme...pero ¿esto último me convertiría en un futuro cadáver?; Preguntas de lo más peculiar llegaron a mi mente, desbordando por completo todo lo que significaba ser libre.-¿Es que sólo soy un mero juguete del cual desprenderte cuando te aburras?.-pregunté, desesperado.Porque podía asumir que a cambio de mi vida fuese su esclavo pero una vez se cansara de mi...¿me mataría?

Se apagó cual vela tras un soplo de aire frío, lo que le hizo soltar una pequeña risa a Rai, que hizo como que había sido por la novela, y pasó una nueva página. Ignoró sus gritos, pero para que le quedase claro que lo le gustaban, puso cara de desagrado y se tapó una oreja, la más cercana a él.

- Ni confusión, ni broma. En serio tienes que ser mi esclavo-. Afirmó con un tono de voz suave, tranquilo, asintiendo con la cabeza incluso, pero sin despegar el ojo de la página. Se terminó la leche antes de que se enfriase, y dejó la taza sobre la mesa.

Le había oído dejarse caer de rodillas al suelo, pero no le dijo nada, era libre de hacer lo que le vinera en gana. Ante sus balbuceos, suspiró, y esa pregunta estuvo a punto de hacerle separarse de su libro. Pero no. Le dejaría calmarse solito primero, y después ya vería qué hacer.

- No eres un juguete, eres un esclavo-. Puntualizó, cuando por fín pareció que su mente era capaz de concentrarse en una cosa lo suficiente como para interesarse de verdad en la respuesta-. Y dado que pareces confuso, te lo aclaro desde ya: Te salvé porque podía, y me lo rogaste. Y, a cambio de salvarte, me apropié de tu libertad. Lo que significa que estás aquí para hacer lo que yo te diga. Mi palabra es ley. Me ha dado tiempo a pensar algunas tareas para tí: Quiero que tengas mi cama hecha todos los días. La casa limpia. Y servirme de peluche cuando yo te lo diga. ¿Dudas, preguntas?

Cerró finalmente el libro, dejándolo sobre la mesa, para entrelazar las manos y posarlas en su abdomen. Le sonrió levemente, de medio lado. Descaradamente, se relamió la punta de un colmillo, viéndole arrodillado en el suelo.

Todo mi pequeño mundo se había venido abajo en unos instantes, imposible de asimilar con el poco conocimiento que había en mí, tan ... tan débil, frágil, estúpido...Las lágrimas asomaban, pero no iba a permitirles salir ni ahora ni nunca, no debería rebajarme tanto, no ahora, no con él.

Sus métodos abusivos, asfixiantes y ahora...¿mi dueño? Desesperé, sí, desesperé.Hasta el punto de querer incluso matarlo.-Pensé que quizás iba a tener amigo en este mundo...pero...parece...que...no.-susurré, dejando ya el maldito chapurreo al que nadie prestaba atención.

Ya me había dejado lo suficientemente claro que no tenía libertad o derechos, sólo deberes.Deberes del hogar no me importaban, pero a qué se refería con peluche.¿Por qué quería que fuese su peluche?Tras varias hipótesis absurdas que me vinieron a la mente, la más ajustada a su personalidad vino a mí.-Espera...con...peluche...-murmuré, entrecortado mientras unas ligeras barritas rojas, de sonrojo obviamente, cruzaban mi cara.-¿NO TE REFERIRÁ A QUE TENDRÉ QUE ESTAR DIRECTAMENTE PEGADO A TI E INCLUSO DORMIR?.-exploté, en ese momento el mundo ya destrozado se convertía en cristales que se clavaban en mi mente.

No podía permitir eso, no...no.Pero...¿y si huyo?.Miré a la puerta como mi única salvación luego deslicé mi mirada hasta el gatazo, depredador por naturaleza, atlético, fuerte y rápido.No podría huir mientras estuviese despierto, era una misión suicida y no pienso desaprovechar más mi vida.

Olía, más que notaba, las lágrimas que pujaban por salir de sus ojos. Además, éstos relucían un poco más de lo normal. Ladeó suavemente la cabeza, sin dejar de mover la cola. Agradeció que susurrara, le encantaba poder mantener una conversación natural. Lo de "amigo" le resultó un tanto chocante, teniendo en cuenta de que el castañito apenas le conocía. Ladeó la cabeza al otro lado, aún esperando a por algo más de acción.

Yyyy... Allí estaba. Soltó un gruñido de hastío, muy molesto por todos esos gritos, no le lanzó el libro sólo porque era un gato casi considerado. No se le escapó la mirada que dirigió a la puerta, y eso sí que supuso la última gota que colmó su paciencia. Tomando una manzana, se levantó con violencia, y llegó junto a él.

- Desayuna. Es una orden-. Dijo, duramente, antes de abrirle él mismo la boca al gato, para incrustar en ella la manzana-. No sé qué maldito problema de personalidad tienes, pero me gustan las personas calmadas. No. Grites.

Tomándolo de la nuca con tan sólo una mano, lo elevó inmovilizándolo como a una cría de gato -que es lo que le parecía que era-, y lo dejó en el sofá, sentándose a su lado.

- Llevas cuatro días durmiendo, y sólo hay una cama. Y yo sólo soy capaz de dormir bien en mis camas. Así que, deberías de tomartelo todo un poco más tranquilamente, porque ya llevas haciendo parte de tu trabajo bastantes días. Me miras como un tirano, y no lo soy. Tienes comida, techo, y fuego en el que calentarte, a cambio de tareas que no requieren mucho de ti. He visto esa mirada, sé que te quieres ir. ¿Cuánto te crees que vas a sobrevivir allí afuera, si ni siquiera sabes en qué mundo estás, ni qué es lo que hay allá, ni qué es lo que pasa?-. Se recostó en un lado, tumándose tranquilamente, pásándole las piernas sobre el regazo atrapándole.

Tras una tremenda orden, la cual acaté sin pensármelo dos veces una vez me dejó en el sofá, utilizándome como cojín/peluche, tal y como dijo anteriormente y evitando mi escapatoria...¿qué me quedaba? Estaba claro que todo lo que había dicho era cierto, pero...¿por qué acepte el trato? Miles de preguntar me bombardeaban mientras me comía la manzana lentamente, saboreándola.

Me sabía a gloria, pues era cierto que llevaba como cuatro días dormido ...en su cama.Espera, en su cama.Es decir, ¿dónde dormía él? Me dejó su cama incluso cuando él no acomoda dormir en sitios que no sea ésta. Miles de incógnitas surgían y algo me decía que el equivocado era yo, algo aparte de él.

Le miré de soslayo, pudiendo observar su rostro, firme, enfadado ... ¿tranquilo?;Comía tranquilamente la manzana mientras pensaba en mi situación, mi nueva situación y más que un tirano ahora podía empezar a verlo con otros ojos, pero el hecho de no tener libertad seguía molestándome porque quiera o no, en mis memorias, el concepto de libertad estaba subrayado y en negrita como quien dice.-Gracias.-susurré bajito, sabiendo que me oiría para no tener que decirlo de nuevo mientras una incógnita mayor me desbordaba...¿Exactamente por qué me trajo aquí? No parece del tipo que acogería a cualquiera, mucho menos salvaría por el mero hecho de habérselo rogado.No tenía pinta de ser buen gato por así decirlo.

Estuve pensando en ello un rato.No encontré respuesta, obviamente.-¿Por qué?.-me detuve, a saber qué me diría si ahora lo interrumpía.Simplemente deslicé mi cola hacia él para...¿acariciarle? supongo que sería eso.Le estaba acariciando...¿quizás como forma de agradecimiento?

Accedió a comer, obligado o no, y Rai simplemente contempló. El sofá, cómodo tanto como su cama, le hacía facil estar más manso... Si es que alguna vez estaba del todo manso. Cuando en su rostro leyó que no había comprendido que llevaban ya cuatro días durmiendo juntos, rió suavemente, porque sí. Porque le pareció hasta gracioso.

A sus agradecimientos, se limitó a inclinar levemente la cabeza, con las orejas relajacas y entrecerrando los ojos. Ya temía tener que empezar a enseñarle modales al cachorro. Bostezó con ganas, y estiró la cola, enroscándola y desenroscándola desenfadadamente. Decidió en un principio ignorar su pregunta, al no estar terminada, pero las caricias le llamaron demasiado la atención.

Usó su propia cola para retirar la de... ¿Leo, había dicho que se llamaba? de su costado, y la enroscó en un íntimo gesto con él. Cosa que llevaba haciendo las cuatro noches, por cierto.

- ¿Por qué, qué?-. Murmuró, encogiéndose de hombros. En ese país, en esa vida, en ese régimen tiránico y sin Alicia, había muchos por qués por resolver. Sabia y más que de sobra, qué por qué quería él, pero lo quería oir de esos labios tan sedosos, para qué mentir.- Ven aquí, Babe.

Extendió un brazo, el que pegaba al respaldo del sofá, indicándole que deseaba que se tumbase parcialmente sobre su pecho. Deslizó ambas colas con cuidado para que él pudiera tumbarse sin dolor por ello, y esperó.

Tras mucho pensármelo decidí preguntárselo, no sin antes moverme tal y como quisiese Rai. Sin dudarlo un instante la verdad, no veía nada peligroso el tumbarse a su lado, pero decidí molestar un poco. Me tumbé sobre él.Estando mi pecho sobre su pecho, aunque al ser más pequeño mi frente llegaba sobre su nariz solamente, me deprimió un poco ser tan pequeño, pero no le di importancia.

Apoye mis manos en mi barbilla para poder mirarlo un poco "desde arriba" apoyando, sin echar mucha fuerza, mis codos sobre su pecho.Dejando mis rodillas entre sus piernas, era como ver jugar a un padre y a un hijo.Mi cola revoloteaba por detrás de mi sin mucho cuidado y movía los pies frenéticamente hacia arriba-hacia abajo.

Sonreí.-Aquí estoy.-dije, sonriente.No podía llorar, no me sentía triste, la verdad.-Te haré la pregunta ahora, ¿por qué me salvaste? Es decir, no tenías motivos algunos posibles para querer salvarme, ni me conocías, y no sólo eso.Ahora incluso tengo un sitio, una casa, donde poder cobijarme.-parloteaba, admitiendo que no era tan malo estar aquí, pero quisiese o no, no me quedaba otra, ¿No?.

Miraba de soslayo la casa, que no pude contemplar antes con tanta disputa emocional y tanto traqueteo.Pero era bastante acogedora, con bastante polvo, pero acogedora.-¿Hiciste tú ésta casa?.-pregunté, teniendo como objetivo su único y azulado ojo.-¡Ah!Sabías que el 95% por ciento de los gatos con pelaje blanco.-toqué su pelo.-con ojos azules nacen ciegos?.-pregunté sin saber muy bien el porqué sabia esto.Pero es algo que tenía en la mente y salió sin más.

Vaya, eso de acatar las órdenes tan sumamente dócil era nuevo. No comentó nada sin embargo, y dejó transparentar ligeramente su complaciencia con una suave sonrisa. Le permitió tumbarse encima porque apenas pesaba nada, y se obligó a mantener una mano inerte a uno de sus lados para no tocarle, llevando la otra tras la cabeza, elevándose un poco para poder verle mejor. Incluso su cola se mantenía quieta, expectante.

Su sonrisa le gustó, pero no la correspondió. Debía explorarle poco a poco, ahora no era momento de presionarle. La pregunta completa no se hizo esperar mucho más, pero no vino sola. El gatito comenzó a parecerse a un loro, al menos a lo que hablar se refiere. Y sorprendentemente, le quedaba genial. Sin duda, mucho mejor que ese gritón descarado.

- Te salvé porque podía, te propuse un trato, y accediste.- Se limitó a responder, brevemente, sin saber que aún había más cosas sobre las que Leo quería hablar. Tras mirar a todas partes, examinando la pequeña pero acogedora casa una vez más, esta vez mirándola de verdad.

Bueno, no es que estuviera impresentable, pero las tareas que le había encargado a Leo eran por algo. Desde alta mar no podía hacerse cargo en condiciones de una casa. El jardín trasero parecía una jungla. Volvió a bostezar, con suavidad y discrección ya que el minino parecía encandilado hablando y hablando, y no es que él se aburriera, sino que bostezaba cuando estaba agusto.

- La casa estaba ya aquí. Yo me limité a levantarla de nuevo, amueblarla y habitarla. Y respecto a los gatos... no lo sabía-. Y era cierto. Tampoco es que le hubiese interesado nunca, porque al fin y al cabo...-. Pero no te preocupes. Yo no nací así.

Sonrió fría, enigmáticamente. Una manera como cualquier otra de evitar que las preguntas se derramaran todas en esa dirección.

Seguía parloteando cual loro, tal parecía que era un loro de verdad pues era el único que hablaba, mientras Rai parecía simplemente calmada, más bien aburrido; No sabía qué decirle para que se animara aunque fuese un poco, pero no estaba acostumbrado a hablar con mucha gente, conmigo mismo la verdad era con la única persona con la que hablaba.

-¿Te aburres?.-pregunté, ladeando la cabeza.De forma mona y adorable.Poniendo una especie de morritos mientras las orejas se movían de una forma alegre y la cola repasaba el pantalón del mayor.Así como arrastrando la cola por todo el lado derecho del pantalón, enviándome una sensación extraña pero...placentera.

Aparté la cola cuando noté un pequeño sonrojo en mi rostro, o eso creía.Posé mi cabeza sobre su pecho y verifiqué que tenía corazón.De momento sólo me reí tiernamente, escuchando el latido de éste.-Parece que tienes corazón y todo.-murmuré bromeando.Saqué la lengua en forma de burla, dulcemente.

Dejé más peso en el pecho de este y coloqué mis brazos en una forma que casi lo abrazara, total, iba a convivir con él, ya que lo hacía que fuese de buenas y no de malas.Pero ese...su olor, me resultaba familiar.No le di importancia en ese momento.

Suspiré, lentamente.Cerrando plácidamente los ojos, para volver a la realidad.-En serio, no es tan simple que me hayas salvado porque yo te lo pidiese.¿Por...qué?.-pregunté, quedándome literalmente dormido en su pecho, abrazándolo.

La mirada acaramelada del muchacho no dejaba de examinarle el rostro, desde la cómoda postura que mantenía sobre él. Rai, de momento inmutable, se limitaba a mantener la neutra, pero suave expresión. A su pregunta de si se aburría, negó con la cabeza y una sonrisa natural. Simplemente estaba relajado, tanto, que ni siquiera le apetecía mantener una charla con él, a pesar de los cuatro días de silencio.

Era adorable. Subió la mano, para acariciarle la cabeza, diciéndose a sí mismo que estaría muy mal tomarlo allí mismo. Apenas sí le acarició un par de veces, para luego volver a relajar el brazo a un lado; cuando vió que Leo quería cambiar de postura. Las caricias de la cola, más pequeña y más delgada que la suya, le relajaban aún más.

- Void.- Murmuró, ante las palabras de Babe. Sí, tenía corazón, pero vacío. Lo cual equivalía a un corazón inerte. Le permitió continuar escuchando el fuerte y calmado latir de su ser, notando cómo Leo se abandonaba sobre su pecho.

Parecía somnoliento. Tal vez aún no estaba del todo recuperado, o simplemente estaba remoloneando, cual buen gatito. No tenía intención alguna de responderle a la pregunta, pero mentiría si dijera que no le agradó que el contrario se quedase dormido para no tener que responderle.

Esperó un par de minutos, para asegurarse de que efetivamente estaba dormido, y acto seguido, les dio la vuelta y lo atrapó entre el respaldo del sofá y su cuerpo. Estrechandolo con sus brazos, también él cerró los ojos y por fin, se permitió ronronear. Profundamente complacido, su ronroneo invadía por completo la situación. Grave, hondo y penetrante. Se dejó abnegar poco a poco por sus instintos gatunos más profundos, y comenzó a limpiar el pelaje del pequeño castaño, con extremo cuidado en sus ojeras.

Una dulce fragancia, un quejido inerte y dos cuerpos unidos. Todo esto mientras dormía tranquilamente a su vera, sin saber cómo...me sentía cómodo, tiernamente abrazado e incluso tenía algo de curiosidad por aquella palabra que había mencionado Rai justo cuando me quedé dormido.No la había escuchado por completo;El tono de Rai al decirla quizás fue quien me advirtió que mejor sería no preguntar.

Me revolvía con sudor en la frente, ¿qué estaba soñando? Quizás esto era lo que llamaban pesadilla, pero no sabía exactamente qué era.¿Pesadilla o recuerdo? Otra vez estaba yo ahí, sin mis tatuajes, y otra vez lleno de sangre.Sin entender nada, lo único que hacía era sacar las garras.Pero...¿por qué estaba siempre lleno de sangre?

El "sueño" en sí no mostraba nada más que mis garras y sangre, luego me movía a otros lugares, donde ni siquiera yo sabía dónde ir, dónde estaba todo aún con más sangre que antes, aún con más ...muertes.Pero..¿los mataba yo? ¿Por qué? ¿Por qué mataba yo? Espera, eso significa que aquella persona que tenía mi misma apariencia...¿también la había matado yo?

Me desperté.Lloraba y temblaba, con un sudor frío recorriendo mi cuerpo.-¿Por qué?.-gritaba mientras me llevaba las manos a la cabeza, tirando de mi propio pelaje, sin dejar de gritar en todo momento esa misma pregunta.

Suddenly, he woke up. ~

Había sentido antes los temblores y sacudidas generales de una pesadilla, pero no le había dado importancia, tratando de consolarle en silencio. Pero, por lo visto, la pesadilla había podido finalmente con él. Le notaba helado, sumido en profundo horror, y bañado en sudor. No le molestaba, un mal sueño lo tiene cualquiera.

Pero cuando comenzó a gritar y a herirse a sí mismo... Con una fiera llave, tomó sus dos muñecas de niña y las atrapó con tan sólo una mano. Gruñendo, casi bufando, le tapó la boca con su otra mano, violentamente. Le daba igual ser mordido. Le miró, con la pupila estrechada por la adrenalina, y no le dejó retorcerse siquiera.

Con la violencia del acto realizado para silenciarle, ahora estaba sobre él, con una rodilla a cada lado.

- Leo Roswell, tranquilízate. Estás en un lugar seguro. Cálmate.-. Ordenó con profunda voz, acercando ambos rostros, inclinándose sobre él. - Y, como vuelvas a gritar, te aseguro que no será tan agradable la manera en la que te silenciaré.

Tras un ataque de violencia del mayor, el más pequeño se quedó totalmente sumiso, llorando en silencio mientras atendía las duras palabras de Rai.¿Duras? No, notaba algo de cariño en ellas, pero su voz era tan...ruda que asustaba.

Asentí, entendiendo por completo todas sus palabras.No quería ser atacado con violencia, prefería un abrazo, pero a él no se lo podía decir.Era un tanto privado.Las lágrimas cesaron cual día de lluvia consumiéndose. Ahora mismo mi corazón parecía una vela, apagándose por cada soplido que daban a mi alrededor.Miré fijamente al serio de Rai directamente a los ojos, sin apartar la mirada, como si estuviera pidiendo que me soltase suavemente.

No sabía qué decir, la verdad, estas cosas no pasaban cuando no recordaba nada, simplemente eran sueños con arco iris y mariposas de colores que consumían sus vidas al llegar a su lugar indicado y allí perecían cual rey de la antigüedad.Sonreí ante no tener palabras que mediar con el felino.Cansado de estar tumbado, me levanté del sofá.Dejando al minino detrás de mi.

Eché otro vistazo a la polvorienta casa y un fuego brillante nació en mis ojos.-Rai...-susurré, dándome la vuelta.-¡A trabajar!.-exclamé eufórico.A veces me preguntaba si era bipolar pero en mi interior sabía que no era bipolaridad, era la sensación de esconder lo que realmente sentía para enfrentar aquello que quería sentir.-Lo primero...¿dónde están los utensilios de limpieza?.-pregunté, ladeando la cabeza pues no los veía por ningún lado.

Sólo cuando en sus ojos leyó que estaba ya preparado, le soltó, y dejó de taparle la boca. En silencio le contempló. Parecía estabilizado, pero eso no significaba que estuviese bien. La pesadilla debía haber sido horrible, y no era lógico que se le pasase todo tan pronto. De pie, contemplaba la casa de nuevo, como decidiendo qué hacer.

Para cuando se dió la vuelta, parecía un gatito nuevo. No se lo creía. Para nada. Ni siquiera se tragaba ese fuego en la mirada. ¿A trabajar? Heh. SIn embargo, le había encantado cómo sonaba su nombre en los labios del dulce minino.

- Oh, lo siento-. Murmuró condescendientemente, levantándose también, sacudiendo la cola con diversión-. Pero ya es de noche-. Y, pesada cual plomo, una oscuridad de noche cerrada cayó sobre la casita, mientras Rai extendía levemente los brazos a los lados de su cuerpo-. Además, ahora no quiero que limpies. Quiero que seas mi peluche.

Había dado apenas un paso, y ya estaba junto a él. De nuevo ronroneando, más que nada porque no estaba de humor como para dejar de relajarse, le abrazó suavemente por la cintura, dejandole caer un poco de peso, lo justo para resultar notable, pero no tirarlo.

- ¿Prefieres la cama, dado que parece que el sofá te da pesadillas?-. Debería deshacerse del sofá....

Acababa de congelárseme el cerebro, no quería ser su peluche, no aún.Y mucho menos si se juntaba tanto, porque según mis "recuerdos" los peluches son juguetes monosos que se usan para dormir , abrazándolo.Y si he de dormir abrazado a él y vuelvo a tener otra pesadilla...me despellejaría.

Suspiré.Sonreí.-Claro...-susurré, mientras me intentaba separar de él.Ya que íbamos a dormir juntos, prefería primero tener al menos un tanto de libertad para subir arriba.Me alejé de él,tanto como pude para dirigirme a las escaleras.Miré hacia atrás.-¿Vamos?.-pregunté, subiendo el primer escalón.

Desviaba la mirada del camino para poder ver sus expresiones, con ligeros vistazos que hicieran casi imperceptible.Hallé varias grietas, ligeramente rasgadas en la pared, con lo que parecía sangre.Cosa que no me gustó.Pues a saber de quién era.Ahora tenía en mente que quería limpiar ese lugar sí o sí.

-Oye Rais.-siseé, a propósito.-¿No es mejor ducharse antes de entrar en la cama? Quiero decir, con todo lo que he sudado y demás...ensuciar la cama en este momento, no sería apropiado.¿No?.-pregunté, intentando decirle indirectamente "me lavas?" mientras sonreía y llegaba a la sala de arriba.Al cuarto.